viernes, 4 de marzo de 2011

EL CONOCIMIENTO DE SÍ


EL CONOCIMIENTO DE SÍ

©GIUSEPPE ISGRÓ C.



Al-Gazzali, uno de los principales místicos sufíes, nació en el siglo XI –d.n.e. Su percepción de la realidad universal se vio acrecentada al meditar sobre un aforismo atribuido a Mahoma: -“Aquel que se conoce a sí mismo, conoce a Dios”. Dice Al-Gazzali: -“Nada hay más cerca de ti, que tú mismo, y si no te conoces, cómo puedes conocer ninguna otra cosa? Este conocimiento debería contemplar: 1) Qué es la persona en sí misma. 2) De dónde viene? 3) Hacia dónde va? 4) Con qué objeto está aquí? 5) Cuáles son los atributos esenciales que aportan la auténtica felicidad? 6) En qué radica la verdadera felicidad? El planteamiento es lógico: Si se desconoce lo que se busca, -cómo se va a alcanzar? El naranjo da naranjas porque sabe lo que quiere y como lograrlo. Alguien lo duda?

Sugería Al-Gazzali que, en primer lugar, se debe someter bajo el propio autodominio los instintos; y que, luego, hay que alcanzar los orígenes. –Cuáles son esos orígenes? El “yo  superior”: el Espíritu y los atributos divinos que les son inherentes. Se requiere ejercer la dirección de los propios pensamientos y sentimientos por el canal de la polaridad positiva, para que, las palabras y los actos se adecuen al recto sendero.

Por la ley de los reflejos, plasmada en el Sello de Salomón, el ser humano (microcosmos) es análogo a la Divinidad (macrocosmos). Igual percepción tenía Hermes Trismegisto, en la Tabla Esmeraldina, cuando expresó: -Como es abajo es arriba, y viceversa. La conciencia del ser humano es una réplica de la del Creador Universal. La diferencia consiste en que, el ser humano, y los seres de los demás reinos naturales, están dotados de un poder “potencialmente” infinito y de un conocimiento “finito” de los valores universales, en cuyo mismo grado se expresan, primeramente, EL PODER CREADOR,  al afrontar las necesidades y en las pruebas de la vida, y, seguidamente, por LA GNOSIS, mediante el desarrollo de las propias aptitudes,  así como por la intuición y la inspiración. El Gran Pedagogo, Dios, habla en la conciencia de todos los seres, en los cuatro reinos naturales, con el lenguaje de los sentimientos de los valores universales. GNOSIS y PODER CREADOR, son las dos vertientes expresadas por medio de la práctica de las principales virtudes: PRUDENCIA, JUSTICIA, FORTALEZA, TEMPLANZA y BELLEZA.

Quilón, el Lacedemonio, en el siglo VI antes de nuestra era, dijo: -“Hombre, conócete a ti mismo, que el estudio propio del ser es conocerse a sí mismo”. Pero, conociéndose, en sus entes constitutivos de cuerpo, alma y espíritu, y en el inmenso caudal de poder y gnosis del que es participe, por los atributos divinos, conoce, automáticamente, a Dios.

Adelante.

ARCHIVOS AKASHICOS




 RESPUESTA A UNA PREGUNTA SOBRE ARCHIVOS AKASHICOS efectuada por una miembro del grupo “KARMA Y REENCARNACIÓN”:

©GIUSEPPE ISGRÓ C.

Gracias por su participación.
Cuando le preguntaba cuál era, exactamente la pregunta sobre la que deseaba obtener una respuesta precisa, es decir, ¿qué quiere usted conocer?, tenía, en mente, varias razones.
La primera, por ética, no puedo opinar sobre la persona que usted refiere que anunciaba poseer facultades para contactar con los archivos akashicos. Que esa persona tenga o no esos poderes, y que además, quiera alardear de ellos, es una cosa estrictamente personal.
Vamos a formular varias preguntas:
1)   ¿Qué son los archivos akashicos? Esta pregunta la dejaremos en el aire, para que, tanto usted, como el resto del grupo que acceda a esta respuesta, puedan hacer sus respectivas investigaciones. Empero, del contenido de este trabajo, cada quien debería deducir lo pertinente al respecto.
2)   -¿Existen, realmente, los archivos akashicos?
3)   De existir, ¿qué son, realmente? -¿Es factible que una persona se pueda comunicar con ellos y obtener información?
4)   -¿Cómo hacerlo, en el supuesto de que fuera posible? -¿Qué facultades se precisan para hacerlo?
5)   -¿Poseen dichas facultades todas las personas? Es factible desarrollarlas? -¿Cómo hacerlo?
Podríamos enumerar otras preguntas, pero, de momento, es suficiente.
1) Sobre la primera pregunta, hemos dicho que cada quien haga su investigación y luego, si lo desea, que aporte el resultado al foro de karma y reencarnación, en beneficio de todos.
Haciendo caso omiso del término archivo akashico, explicaremos lo que, realmente, sucede en estos casos.
Cada ser, en los cuatro reinos naturales: los seres humanos (o espiritales); los animales (o espiritales), los vegetales (o espiritales) y los minerales (o espiritales), poseen, por ley cósmica, tres entes claramente diferenciados, -por lo menos-, (hay quien les atribuye mayor número, pero no viene al caso detenernos en ello). Estos tres entes, son:
a)   ESPÍRITU (por estos, todos los integrantes de los cuatro reinos naturales son ESPIRITALES (término acuñado por Giuseppe Isgró), que es el ente inteligente, la vida y un sinnúmero de atributos, que constituye algo equivalente a la electricidad, la cual pone en funcionamiento toda clase de equipos o motores).
b)   ALMA: -denominado también, PERI-ESPÍRITU, HILO DE PLATA, CUERPO ASTRAL, DOBLE ETÉREO, y un largo etcétera. Este elemento es el enlace entre el cuerpo y el espíritu; es de naturaleza elástica, cuya característica permite al espíritu separarse del cuerpo y proyectarse en el espacio para trasladarse a los lugares donde se encuentra la información que precisa, leerla, y a su regreso, trasladarla a la conciencia objetiva, por medio de los sueños, premoniciones, intuiciones, percepciones clarividentes, o retro-cognitivas, psicometría, telepatía, -comunicación de contenidos mentales-, inspiración –comunicación de un pensamiento por el pensamiento, de un ente espiritual a otro-, (y un largo etcétera). Esta facultad de DESDOBLAMIENTO o PROYECCIÓN ESPIRITUAL, por medio de la elasticidad del alma, es la que permite al ESPÍRITU viajar, desplazarse, a la velocidad del pensamiento, al lugar donde se encuentra la información, y leerla. AQUÍ VIENE LA PREGUNTA CLAVE: -¿Dónde se encuentra la información?  La respuesta, es: En el ALMA. El alma es el ARCHIVO DEL ESPÍRITU, no el cerebro, que constituye un órgano receptor transitorio, y vehículo físico de la conciencia objetiva,  que, oportunamente transmitirá la información al archivo espiritual (DISCO DURO) contenido en el alma. Es en el alma –archivo del espíritu- en donde el espíritu lee la información; primeramente, en el propio archivo; si la información que busca no se encuentra allí, se proyecta al lugar en que se encuentra la persona –o el ser espiritual- que la posee, en cuyo ARCHIVO-ALMA la lee, -en desdoblamiento o proyección- y la transfiere a su conciencia objetiva, en cualesquiera de las modalidades enunciadas, o en otras diferentes, según el caso. EL ALMA de los seres en los cuatro reinos naturales, contienen información archivadas –de todas las reencarnaciones tenidas en su historia personal respectiva-  y en ellas puede leer cualquier espíritu (encarnado o no) de cualquier ser de los cuatro reinos: es decir, la facultad de leer la información contenida en el alma de cada ser, la poseen los seres humanos, los animales, los vegetales y los minerales. Es un tema innovador y tiene mucho que ofrecer, todavía.
c)    EL CUERPO: Posee un órgano denominado cerebro, que procesa las informaciones del mundo físico percibidas mediante los cinco sentidos: la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto, las cuales, son sometidas al análisis de la lógica inductiva y deductiva, y clasificadas como conocimiento, que será archivado en el ARCHIVO DEL ESPÍRITU, es decir: EL ALMA, como registro contable de todo lo acontecido en su ciclo existencial, actual y en todos los ciclos anteriores de vida. Pero LA CAPACIDAD DESARROLLADA por cada acto ejecutado, es decir, la aptitud desarrollada, la conciencia adquirida, es en la CONCIENCIA DEL ESPÍRITU donde se refleja, y su nombre se puede sintetizar como APTITUD o ESTADO DE CONCIENCIA.
¿Existe una mente universal que archiva todas estas informaciones?
Sí, las almas de todos los seres, en los cuatro reinos de la naturaleza, en todos los mundos del universo, en la dimensión física y en la dimensión espiritual: ES ARCHIVO UBICADO EN LA ECOLOGÍA MENTAL, en ambas dimensiones: FÍSICA Y ESPIRITUAL.
Toda esta información archivada en el alma, a nivel individual, en el espíritu se manifiesta como CAPACIDAD DE HACER, O DEJAR DE HACER, DE COMPRENDER, es decir, como APTITUD. Pero, el registro contable se encuentra en el alma de cada ser.
Es decir, que se puede leer en el archivo espiritual contenido en el alma de cada ser, el registro contable de los actos y hechos allí contenido, o el KNOW HOW, es decir, el cómo hacerlo o dejar de hacerlo, y, también, estando en la dimensión espiritual, en proyección, deducir las consecuencias de esa información obtenida, transmitirlas a la conciencia objetiva como PREMONICIONES, CORAZONADAS, PROFECIAS, PRECOGNICIONES, ETC.
Este tipo de informaciones, como hemos dicho, contenidas en los archivos espirituales del alma, pueden ser:
A)   EL REGISTRO CONTABLE DE LO QUE LE HA OCURRIDO A CADA SER o de lo que éste ha presenciado.
B)   La aptitud o capacidad de hacer o dejar de hacer, contenida a nivel de CONCIENCIA, -la conciencia reside en el ESPÍRITU-, que le permite conocer el KNOW HOW, operativo: CÓMO HACERLO O DEJAR DE HACERLO.
C)   La percepción física que el espíritu obtiene de hechos físicos, acontecimientos humanos o de otra índole, que en desdoblamiento o proyección observa, cuyo conocimiento transfiere a la conciencia objetiva, como idea creativa, intuición, premonición, sueño, etc. Esta información puede obtenerla en cualquier lugar del planeta tierra o en otro mundo donde su evolución y potencial le permita llegar. Allí puede copiar progresos existentes y muchas de las invenciones en el planeta tierra tienen ese origen.
D)   Otras informaciones que se pueden obtener son: el conocimiento alcanzado –por cada ser- sobre los VALORES UNIVERSALES impresos en la CONCIENCIA DE CADA SER, -espíritu- replica de la del CREADOR UNIVERSAL, equivalentes a los atributos divinos, EL CUAL CONOCIMIENTO sirve de parámetros para regir la propia conducta, es decir: como sentido cósmico, representando CADA VALOR UNIVERSAL un sentido cósmico.
E)   El archivo de LA MENTE UNIVERSAL, sería la suma de archivos espirituales contenidos en todas las almas de todos los espíritus de los cuatro reinos naturales del universo, más la CONCIENCIA de todos esos espíritus, en sus múltiples vertientes.
F)   LA MENTE DEL CREADOR UNIVERSAL: Contiene todos los valores universales, soportes de las leyes cósmicas y de los principios universales, desarrollados en sus infinitas posibilidades y variantes, que el ESPÍRITU eternamente estudiará y que como ley cósmica le sirve para recibir su eterno avance evolutivo sin encontrar jamás un término, sino que siempre habrá un más allá. LA CONEXIÓN DIVINA CON EL CREADOR UNIVERSAL permite percibir, en la propia conciencia, -réplica de la del Creador, EL CONOCIMIENTO DE DICHOS VALORES UNIVERSALES, por medio del lenguaje de los sentimientos análogos a dichos valores: AMOR, JUSTICIA, FORTALEZA, IGUALDAD, BELLEZA, ETC.
G)  PERCEPCIONES DE LA CONCIENCIA CÓSMICA: por medio de la intuición, inspiración, meditación, relajación, etc.: Conformada por la conciencia evolutiva de todos los espíritus de los cuatro reinos de la naturaleza, en todos los mundos del universo.

Las facultades espirituales del ser humano: como: DESDOBLAMIENTO, CLARIVIDENCIA, INTUICIÓN, INSPIRACIÓN, PREMONICIÓN, PSICOMETRÍA, MEDITACIÓN, RELAJACIÓN, entre otras, permiten la lectura de contenidos mentales:
1)  Archivados en el alma de cada ser, en la ecología mental, es decir: DIMENSIÓN FÍSICA Y DIMENSIÓN ESPIRITUAL, como archivo espiritual del ser,
2) LA LECTURA DE CONTENIDOS MENTALES CONTENIDOS EN LA CONCIENCIA DE CADA SER, en calidad de aptitudes, es decir: capacidad de hacer o dejar de hacer, de comprender, etc.
3) Lectura en la propia conciencia, en conexión divina con el Creador Universal.
4) Lectura en la CONCIENCIA DEL CREADOR UNIVERSAL, centrando la atención en los atributos divinos, o valores universales.
5) LA RELAJACIÓN PROFUNDA Y LA MEDITACIÓN permiten estados ampliados de conciencia y la unificación de la propia conciencia, lo cual permite que el conocimiento expresado a nivel objetivo, en cada persona, trascienda los límites de lo percibido o aprendido, en el presente ciclo de vida.
6) EL CONOCIMIENTO ARCHIVADO EN EL ALMA, comprende todo el acumulado en todas las existencias vividas en el planeta tierra y en los múltiples mundos del universo en que le haya tocado hacerlo.
7) Lo mismo ocurre con la APTITUD desarrollada a nivel de CONCIENCIA, por cada ser o ESPÍRITU.
Sugerimos leer en nuestro Bloq VERDAD UNIVERSAL, el poder de la intuición, el poder de la inspiración y la ley de compensación, entre otros.

FECHA: 10 DE ENERO DE 2011.





EL ORDEN PERFECTO




EL ORDEN PERFECTO

POR ©GIUSEPPE ISGRÓ C.


El poeta se repetía a sí mismo, una y otra vez, en estado de interiorización: -“Entro en el orden perfecto de mi vida”. Apenas hacía unos días, su maestro le había dicho: -“Busca y encuentra la solución dentro de ti”. No es el zahorí quien tiene que darte la respuesta. El zahorí eres tú; y, el qué, el cómo, el cuándo, el dónde, el cuánto, el quién y el por qué, afloran en tu propia conciencia, si atento las escuchas. Pero, solamente puedes estar centrado afuera o adentro, al mismo tiempo. Es preciso descentrar la atención del propio ego y conectarla con la fuente interior: en comunicación espiritual con la Divinidad.
Este era el orden de ideas que venían fluyendo en su mente y sobre ellas estaba meditando. El maestro le había dicho que por noventa días debía repetirse, diariamente, cien veces: -“Encuentro el orden perfecto de mi vida”.
-“Encuentro el orden perfecto de mi vida”, se repetía, diariamente, la persona de nuestro relato, para reorientar las fuerzas que le permitiesen afrontar una realidad desacostumbrada para él. Su amigo, en el otro extremo del mundo, esa mañana, le había dicho, también: -“Adquiere, y lee, un libro que hable de las leyes de la vida y de los valores universales, cuya comprensión te permitan dinamizar tu pensamiento positivamente y aquilatar la visión con la percepción de la realidad divina en conexión directa con el Creador Universal”. Este hombre le tenía mucha confianza a su amigo. Desde el primer instante afloró, entre ellos, una amistad como que hubiese existido desde siempre.
-“Encuentro el orden divino de mi vida”, continuaba repitiéndose, sosegadamente. No, es el orden perfecto,.. se corrige a sí mismo. Bueno, perfecto o divino, viene a ser la misma cosa, pensaba.
Luego, se pregunta: -“¿Qué significa encontrar el orden divino dentro de mí? ¿Algo que está en orden, significa que cada cosa se encuentra en su lugar? Si cada cosa se encuentra en su lugar, cumpliendo la función correcta, eso crea armonía. Si hay armonía, ello se refleja en la belleza exterior. Pero, solamente puede haber belleza verdadera, perdurable, reconfortante para el Espíritu, cuando en lo interno impera una condición de análoga naturaleza. Nada existe en lo que externo que, al mismo tiempo, no se encuentre en lo interno. Lo que está en los pensamientos y en los sentimientos, tarde o temprano se reflejará en las palabras y en los actos. La belleza que se ve es la que se corresponde con la justeza de los elementos que la componen. Es decir, todos las partes son las justas y las perfectas que se precisa. La justicia, como valor, viene a representar la clave del orden perfecto. Dar a cada uno lo suyo, decían los juristas del Derecho Romano, y, respetarle, también, lo que le pertenece.
La clave, -reflexionaba el poeta-,  reside en armonizarse con los valores universales, equivalentes con los atributos divinos del ser humanos. Estos son equivalentes, potencialmente hablando, a los que posee el Creador. Por eso se habla de Macrocosmos y de microcosmos. Una sola ley rige todo: lo grande y lo pequeño, en los cuatro reinos: el humano, el animal, el vegetal y el mineral, que, en fin, no deja de ser un solo reino: el ESPIRITAL, -por cuanto cada uno de los citados cuatro reinos está dotado de un Espíritu, eterno e inmortal, inteligente y con libre albedrío, aunque regidos por leyes naturales-, conformando la UNIDAD, o, -¿el UNO?-. Solamente se puede gozar de la auténtica libertad si se piensa y siente, se habla y actúa, en correspondencia con los valores universales, en polaridad positiva. Si dentro de sí hay armonía, y orden perfecto, por los efectos de la resonancia magnética se encuentra la misma condición en lo externo, vibrando al unísono el entorno con lo interno. Quien se auto-domina, bajo la égida de los principios naturales, domina su ambiente existencial.
Por ejemplo: el secreto del termostato. Su regulación en determinado grado, sean cuales fueren las condiciones climáticas externas, mantiene la temperatura interior inalterable: constante. Es el orden interno perfecto. La perfección ideal – relativa, que se anhela de acuerdo a los propios valores, al estado de conciencia que se tenga de los valores universales. Si fluye la percepción clara de los parámetros que, en cada valor universal, deben conducirse los propios pensamientos y sentimientos, las palabras y los actos, el orden perfecto estaría rigiendo en lo interno, el cual, paralelamente, lo hará, también, en lo externo. Cómo es adentro es afuera. Como es arriba es abajo. Y viceversa. La solidez moral de lo uno influye en lo otro. Los ingredientes son: PENSAMIENTOS Y SENTIMIENTOS, regidos por la intención del ser. Esto es la causa y la razón. Los efectos y las consecuencias, vienen a ser las palabras y los actos, y los resultados que generan. Siembra y cosecha. Objetivos y resultados. Premio y pago.  Paz e inquietud. Conciencia tranquila y su condición opuesta. Orden y Armonía. Poder y Creación. Amor y Justicia. Fortaleza y Templanza. Equilibrio y Serenidad. Confianza y Seguridad. Servicio y Salario Cósmico. Dar y Recibir. Paciencia y Tenacidad. Tolerancia y Bondad. Placer por el bien hecho. Orden Perfecto de acuerdo a la Justicia Divina, en armonía con todos y con el Todo.
-“Entrar en el orden perfecto”, -seguía pensando el poeta, es escuchar la voz del eterno en la conciencia, por medio de los sentimientos de los valores universales. Cuando pienso en los valores que acaparan mi interés, en polaridad positiva, se activa la ley de la atracción, y se comienza a atraer, del entorno, a los elementos coadyuvantes a la propia obra. Paralelamente, se activa, también, la ley de aislamiento cósmico, que aparta todo lo que le es antagónico. Aparta lo que estorba, limpia el camino; permite el acceso a lo que corresponde en armonía al orden establecido. En lo que se piensa se activa la conciencia y la fuerza creadora inherente. Acción y pensamiento; pensamiento y acción. Pensar, luego actuar. ¿Es fácil? Todo precisa trabajo. Dios pensó el universo. El ser humano, -y los integrantes de los tres reinos naturales, en ambas dimensiones: física y espiritual, lo realiza. El uno es anhelo de ser, en todas sus vertientes, en eterno devenir; los otros: la expresión del ser.
Al activar el orden divino dentro del ser se pone en movimiento la central energética del cosmos; fluye el poder creador y la sabiduría de los valores universales, en la propia conciencia y en el universo. Mundos paralelos: arriba y abajo; abajo y arriba; es lo mismo. Como es uno es el otro. Asumir la verdad. -¿A qué sirve evadirla? Orden divino en armonía con los valores universales. De repente se hizo la luz en la mente del poeta. Por eso exclamó: ¡Ahí está la clave! Claro, por eso la idea de repetir cien veces al día, por tres meses: -“Encuentro el orden perfecto de mi vida”. Para obligarle a centrar la atención, -¿en qué? Sí, eso es, EN LOS VALORES UNIVERSALES, que rigen todo: los principios, las leyes divinas, el universo, la mente, los pensamientos, los sentimientos, las palabras y los actos. Tan sencillo como eso. Es verdad: muy sencillo. ¿Por qué no me lo enseñaron en la escuela? Eso no importa, ahora. La vida te lo enseña. Y el maestro te lo susurra en la conciencia; EL CREADOR, mediante el lenguaje de los sentimientos, en correspondencia con los valores universales.  
En lo que centras la atención se expande la conciencia y van fluyendo las ideas, y las ideas tienen fuerzas, y las fuerzas atraen o repelen. ¿Qué quieres atraer? ¿Qué deseas repeler? Por supuesto, se anhela: el bien, la salud, el amor, la riqueza, el éxito, el progreso, la sabiduría, el dinero, los alimentos, vestidos, casa, transporte, familia, trabajo, seguridad. -¿Qué más? También,  sentido de pertenencia, de dignidad, de autorrealización y de conexión con lo divino. -¿Qué más? Se anhela una misión que de sentido a la propia vida y que permita el crecimiento personal. Un propósito existencial que ordene la propia vida. Orden divino en armonía con los planes trazados por el Gran Arquitecto del Universo. Y, también, amor. Mucho AMOR: -poder supremo que mueve el universo.
El orden perfecto va permitiendo la conexión divina,  fluyendo la luz. El poeta, sigue pensando: Entro en el orden perfecto universal, contando del cuatro a uno: 4-3-2-1. Ahora estoy ya en el orden perfecto universal. Rijo mis pensamientos y mis sentimientos por los parámetros de los valores universales. Actúo guiado por el sentido de la justicia y expreso todas mis palabras impregnadas con la energía del amor; con respeto, sinceridad, alegría, tolerancia y efectividad, es decir: con contundencia. La vida no es juego; estamos aquí para triunfar, haciendo, al mismo tiempo, la mayor suma de bien posible.
El poeta se iba imbuyendo, cada vez mejor, de los sentimientos de los valores universales, y le encontraba un justo sentido a la vida. Esas ideas claras iluminaban sus pensamientos y las consecuencias de sus palabras y actos. Fluían, los sentimientos, en polaridad positiva;  todo en armonía. El poeta había encontrado el camino del orden divino. Ahora, era preciso recorrerlo, en el eterno presente. Orden, armonía, poder y amor: cuatro poderosas palancas eternas. Ahora, el poeta, iba anotando las cien palabras que se correspondían con valores que él quería afirmar en su vida, para afianzarse en el orden divino y recibir sus efectos, por añadidura. Él, se había hecho el propósito de cumplir el compromiso asumido de repetir cien veces al día, por noventas jornadas: -“Encuentro el orden perfecto en mi vida”-. Luego, añadió: En armonía con el Universo. Recapacita y afirma: -ESTOY, YA, EN EL ORDEN PERFECTO DE MI VIDA, en conexión con el Creador Universal. Él es yo; yo soy Él; soy, -y represento-, todo lo que Él es. Lo que Él quiera; nada se le asemeja. El orden perfecto.
Adelante.

LOS CICLOS DE PODER



LOS CICLOS DE PODER





©GIUSEPPE
ISGRÓ C.






Hermoso panorama, de colorido y belleza observa el viajero en Venezuela con el florecer de los araguaneyes, su árbol nacional. Cuantas veces se miran, esas inmensas extensiones de tonalidades en amarillo, emocionan, recrean y armonizan.

Esa obra pictórica, que con pincel sublime plasma el Creador Universal en el lienzo de la naturaleza, marca el retorno de la etapa activa. Una fase nueva comienza. La expresión de la eterna vida renace, en continuos y alternos ciclos, para demostrar que la divina esencia cósmica siempre está presente.

Reflexiona sobre la dualidad de condiciones, reales y simbólicas a la vez, que emplea la naturaleza, en sabio proceso de etapas sucesivas, pasiva una, activa otra, para hacer que florezca la vida y la belleza donde, pocos días antes, sólo había árboles secos y vegetación en sueño.

Contempla, las etapas activa y pasiva, con visión de conjunto. Ninguna de las dos tiene duración indefinida. El día y la noche se suceden dentro de las veinticuatro horas. Puede durar un poco más una u otra, según la época del año, pero, al final, se equilibran en ciclos repetitivos y alternos, para presentar, en el cosmos, dos etapas claramente definidas, con objetivos específicos: actividad y descanso.

La naturaleza realiza sus funciones en la etapa activa y, descansa, en la pasiva.

Es preciso ponerse en acción en la fase activa y descansar en la pasiva, acumulando energía creadora. Cada etapa llega a su término para dar paso a la otra, con el fin de establecer el equilibrio y la armonía.

Los ciclos cósmicos se identifican por su manifestación: el día y la noche, verano e invierno, primavera y otoño, época lluviosa o seca, positivo y negativo, par e impar, vigilia y sueño, etcétera, que indican, claramente, su condición de actividad o pasividad.

Identifica tus ciclos activos y pasivos, según la época del año, semana del mes, hora del día, con el fin de efectuar las programaciones de actividad y descanso.

Ritma, cada día más y mejor, con las leyes naturales. Los mejores medios a tu alcance, son: la observación, el estudio y la práctica constante.

Estudia, planea y busca atento tus oportunidades. Con calma y serenidad, armonízate con la naturaleza, conformando una unidad con el Creador Universal. Confía y actúa con expectación positiva, al final todo se equilibra, alcanzando las metas previamente programadas.

Alexis Carrel, uno de los científicos y pensadores más profundos del siglo XX, en cierta ocasión, expresó: -“Antes quienes realizan su oficio de hombres, el camino de la verdad se abre siempre”-.

Friedrich Schleirmacher, le dijo al Canciller de Hierro, Bismark: -“Lo que hagas hazlo como sí te lo mandara Dios y pon en ello todo tu corazón”-. Estas palabras ejercieron en él una profunda influencia modeladora.

Realiza este experimento: Cierra los ojos suavemente. Toma tres respiraciones profundas, reteniendo el aire, con los pulmones llenos, contando, mentalmente, 24, y, exhala, lentamente, por la nariz, hasta vaciarlos. Con cada exhalación afloja todos los músculos. Relájate completamente. Contempla, con los ojos de la mente, un hermoso paisaje de araguaneyes –o de otra flor- que tú recuerdes. Extasíate contemplando sus tonalidades de amarillo o el respectivo color que corresponda a tu elección.

Selecciona un ejemplar florido. Véalo, tócalo, huélalo, gústalo, oye el ruido de las hojas por la acción de la brisa fresca. Ahora, aléjalo hasta el infinito y síguelo en su recorrido. Allí, en el espacio, siente que tú eres el centro del universo, conformando una unidad con el Creador Universal; imagínate como un foco de luz, energía, sabiduría, bienestar, salud y equilibrio, armonía y amistad, fortaleza y tenacidad, serenidad y calma. Relájate más y mejor. Experimenta la emoción de esta comunión cósmica.

Formula, en este instante, el pedido de lo que tú más aspiras en la vida y visualízalo realizado. Así será.

La creación mental interior abre el camino a la realización de resultados exteriores, por cuanto, según la ley cósmica, como es adentro es afuera y como es afuera es adentro.

Desempeña las actividades de tu vida con dedicación, entusiasmo y amor…. Actúa con tenacidad. Haz que ocurran los resultados que programas. Ten claras las ideas de las cosas que quieres y aspiras y de lo que debes hacer para alcanzarlas. Comienza de inmediato. Ahora es el momento. ¡Hazlo y tendrás el poder para hacerlo!

La vida te brinda la oportunidad de vivir en una de las mejores épocas de la historia, la actual. Dispones de las oportunidades, recursos y retos que requieres para realizar tus metas y concepciones. Este es el momento. ¡Aprovéchalo!

En cualquier posición en que te encuentres, constituye la base para elevarte hasta donde tu aspiración alcance.

Adelante.

EL CONOCIMIENTO DE DIOS -1-


EL CONOCIMIENTO DE DIOS -1- 

 ©Giuseppe Isgró C.


Giovanni Papini, en su clásico: Juicio Universal, pone en boca de Alejandro Magno, la siguiente expresión: -“Sentí que la única empresa digna del hombre es la conquista de sí mismo para moverse a la conquista de Dios”-. Agregamos: “a la conquista de Dios”, por el amor.
Sri Ramakrishna le decía a M.: -“Quiénes sois para enseñar a otros? Por qué el ser humano no aprende por sí mismo a conocer a Dios? Cumple todos tus deberes con el mundo pero conserva tu mente fija en Dios. Meditando en el Creador, en la soledad, la mente adquiere el conocimiento de Él”.
Sin duda, la grandeza de Dios trasciende las facultades cognoscitivas del ser humano, pero, -es ésta una razón suficiente para dejar de percibir, de Él, lo que, en el eterno presente, seamos capaces de lograr? Esa es la meta eterna, afortunadamente.
El constante recuerdo del nombre del Creador,  centrando la atención en Él, permanentemente, es esencial. Donde se centra la atención, se expande la conciencia y comienza a fluir el conocimiento y el poder creador.
Jamás nos hemos separado de la Fuente Universal, empero, es preciso adquirir conciencia de que la conexión con el Creador, ya existe, desde siempre.
El ser se encuentra inmerso en Dios: el Espíritu Universal, al igual que los peces lo están en el mar. Pueden tener sed, los peces, estando en el agua? Y, el ser humano, viviendo en el Espíritu Universal, puede dejar de conocerle? –Por qué no aprovecha, en mayor grado, la ABUNDANCIA que la previsión divina a puesto a su alcance? -Tener “hambre”, y dejar de satisfacerla, en el Granero de Dios, es eso posible?
Hay que percibirse como una emanación del Espíritu Universal. Una emanación eterna e inmortal, autónoma, con la facultad del libre albedrío, entre otras inmensas.
El Creador Universal hace sentir, a cada instante, su voz de PEDAGOGO, en la conciencia, aportando la enseñanza adecuada. Coordinando, al mismo tiempo, para recibirla de quien y de donde menos se piensa. Oportunamente, aparecerá la persona, en el propio camino, que aportará la lección precisada. Es necesario reconocer, en los encuentros circunstanciales de la vida diaria, tanto la presencia de Dios como la de su enseñanza. Primeramente, en la conciencia. Luego, por medio de otros seres. Todos  somos expresiones múltiples de la DIVINIDAD, e instrumentos de su voluntad.
-Cómo lo hace Dios? Por el lenguaje de los sentimientos en la propia conciencia. Inspira el conocimiento de los valores universales, y al mismo tiempo, la ley cósmica, deja sentir su advertencia coercitiva-pedagógica como guía en la conducta, y como acción coactiva, cuando el ser precisa corrección, por efecto de la ley de justicia.
 Es factible conocer a Dios por los atributos divinos o valores universales. El ser humano –y los seres en los demás reinos naturales- los poseen en igualdad de condiciones que los del Creador. La única diferencia reside en que Él los tiene desarrollados en grado infinito, en todas sus inmensas vertientes y variantes. Los atributos de los seres se encuentran en estado de POTENCIALIDAD, que, eternamente, sin límites algunos, habrán de ser desarrollados, adquiriendo nuevos niveles de conciencia.
Conociendo cada atributo divino, en el propio ser, se conocen los de Dios. Gradualmente, se entiende. Los doce atributos básicos, por los cuales sería ideal comenzar a conocer a Dios, son: El amor, la justicia, la prudencia, la fortaleza, la templanza, la belleza, la afinidad, la igualdad, la compensación, la libertad, la armonía y el orden. Directa o indirectamente, se vinculan con todos los demás atributos.
El amor, síntesis universal de la ley cósmica: engloba todos los valores universales en su cumplimiento o práctica. Es decir, si se cultiva el amor, se estaría realizando, simultáneamente, la práctica de todas las virtudes.
Un buen comienzo en el cultivo del conocimiento de Dios es hacerlo por medio del amor, en todas sus inmensas vertientes. Adelante.


¡ARRIBA!


LECTURAS DE AMALIA DOMINGO SOLER
La poetisa del Espiritismo

¡ARRIBA!
Autora: Amalia Domingo Soler
Del libro: LA LUZ QUE NOS GUÍA

Cuando dice el poeta: ¡Arriba! En esa altura supuesta por nuestra imaginación, o mejor dicho, por los antiguos sabios que le daban a la Tierra y al cielo tan distinta configuración de la que en realidad tiene, pues hoy gracias a los telescopios de gran potencia como dice muy bien Flammarion en sus “Tierras del Cielo” que en el Universo no hay alto ni bajo, ni derecha ni izquierda, de ningún género. El globo terrestre va como lanzado en el vacío, bogando en su órbita ídem con una velocidad de 650.000 leguas por día, (mil y cien veces más rápida que la marcha de un tren exprés, y setenta y tres veces superior a una bala de cañón) girando al mismo tiempo rápidamente sobre sí mismo. Lo que ahora está arriba para nosotros, poco tiempo después estará abajo y recíprocamente. No existe tal cielo, sino solamente una inmensidad infinita, en cuyo seno circulan los mundos. La medida de las distancias, de las magnitudes y de los movimientos, es la que nos ha enseñado esta verdad capital: que la Tierra es un astro del cielo, y que nosotros estamos actualmente en el cielo; el telescopio, acercándose a los demás planetas, ha aumentado su volumen aparente, y en vez de simples puntos luminosos errantes bajo la bóveda celeste, nos muestran hoy mundos gigantescos, tan voluminosos y más grandes que el que nosotros habitamos.

Antes estas verdades demostradas por la ciencia, el arriba material, la altura del cielo bíblico desaparece; pero queda la altura moral, queda la elevación del pensamiento, queda la eterna aspiración del alma, queda la mirada del hombre que cuando ora con verdadero sentimiento, cuando reza con el corazón, cuando implora el perdón de sus culpas y pide misericordia al autor de todo lo creado, nunca mira a la Tierra, siempre mira al espacio. Su cabeza no se inclina sino al paso del remordimiento, la Tierra únicamente atrae las miradas del criminal. Siempre miramos al cielo cuando abrigamos en nuestra mente un buen pensamiento, y siempre inclinamos la vista cuando nuestra conciencia nos dice que hemos faltado a nuestro deber.

Fijémonos en los niños: por lo general siempre suelen mirar al cielo, parece que sus ojos ven ya en el  horizonte sus antiguos lares, la luz les atrae. Cuando las madres preguntan a los pequeñuelos: dónde está Dios, hijo mío, antes que les enseñen a levantar el dedito al cielo, el niño por un movimiento intuitivo mira hacia arriba, y con su inocente sonrisa parece que nos dice: allí está, yo lo veo.

A veces una palabra despierta un mundo de recuerdos, y los versos del poeta han traído a nuestra imaginación las reminiscencias de una triste historia.

Hace veinticinco años que conocimos a una pobre anciana que tenía más de setenta inviernos, y pedía limosna para ella y para su hijo, que ya tendría más de cuarenta años: el infeliz era idiota, y pasaba su vista por las calles riéndose y llorando a la vez; y cuando uno le preguntaba: ¿Isidoro dónde quieres irte? El pobre idiota se reía y extendiendo su diestra señalaba al cielo, y exclamaba, ¡Arriba! ¡Quiero irme arriba!... La multitud le asediaban, le tiraban piedras, le mortificaban, y el infeliz Isidoro lloraba amargamente y gritaba: ¡Oh me quiero ir arriba!... ¡Pobrecillo! Vivía cerca de nuestra casa, y se puede decir que pasaba el día en nuestra calle, donde varias familias le daban limosna, y su madre solía hacer algunos mandados a las criadas. Una tarde tuvimos ocasión de hablar con aquella mujer en casa de una amiga nuestra que la socorría mucho, y le preguntamos si siempre su hijo había estado de aquella manera.

¡Ay! Sí, señora, contestó la anciana, esa ha sido mi desgracia. Antes de venir él al mundo, yo vivía como el pez en el agua, nada me faltaba, mi marido me quería muchísimo; él trabajaba de albañil, yo planchaba y rizaba encajes, y hacía flores, y la única pena que teníamos era el no tener hijos; a los diez años de casada vino Isidoro al mundo y su padre no tuvo el gusto de verlo; ¡Tanto como lo deseaba! El pobre se cayó de un andamio pocos días antes de nacer nuestro hijo, quedando muerto en el acto, y desde entonces se puede decir que no he hecho más que sufrir; porque Vd. no puede formarse una idea de lo que me ha hecho padecer mi hijo. Cuando pequeño no parecía tonto sino loco; cuando empezó a hablar no me llamaba, no me decía madre como dicen todas las criaturas.

¿Pues qué decía? Lo que dice ahora: yo me quiero ir arriba; pero esto acompañado de unos gritos horribles, y si no se ha matado, es porque Dios no ha querido, porque se ha caído de grandes alturas: dos veces se ha caído de una torre. ¡Parece increíble! Pues es verdad; salía corriendo diciendo: yo me quiero ir arriba, y no había hombres que le detuvieran. Cuando tenía doce años se cayó del balcón a la calle y se partió las dos piernas, y estuvo más de ocho meses en la cama, de ninguna manera quise que fuera al hospital, se curó en casa, y curado se levantó y volvió a las mismas. A lo mejor salía y se iba corriendo y yo detrás de él, hasta que caía rendido en el suelo. A los veinte años se volvió a caer de un balcón al patio y se rompió un brazo y también lo curé en casa, porque conocía que si se lo hubieran llevado al hospital se hubiera muerto, porque era un enfermo irresistible, sólo el cariño de una madre puede resistir aquella lucha continua, que era no descansar ni de día ni de noche. Entonces tuvo la viruela y se quedó ciego, y estuvo más de dos años sin vista, gritando: ¡Yo quiero ir arriba! Al fin vino un médico, creo que de Inglaterra, que hacía milagros curando a los ciegos, y una señora a quien yo le planchaba la ropa, compadecida de mí (que nunca me han faltado buenas almas), me dio una carta de recomendación para aquel médico que hacía prodigios, y en menos de tres meses recobró mi hijo la vista, y desde entonces parece otro, dejó de atormentarse con sus carreras y con sus gritos y ha vivido como Vd. ve, andando por las calles, otros días no quiere salir, llora como un niño y me dice :¡Madre, llévame arriba y así vamos pasando. Yo con tantos disgustos y tanta intranquilidad, que no tenía sosiego para hacer nada, fui perdiendo los parroquianos que me daban trabajo, la vista también me faltó de tanto llorar y concluí por pedir limosna de puerta en puerta para el hijo de mis entrañas.

¿Y en un asilo no estaría Vd. mejor? No señora porque estaría separada de mi Isidoro. ¿Vd. sabe lo que yo quiero a mi hijo? Si le quiero más que a mi vida; si no podría vivir separada de él; y sólo le pido a Dios una cosa. ¿Cuál? Que mi hijo se muera antes que yo; porque si yo me voy ¡Qué será de él! ¿Quién le abrigará cuando duerma? ¿Quién le buscará el pan? ¡Pobre hijo mío! No lo quiero pensar. ¡Pobre madre! Su ruego fue escuchado: Dios siempre escucha el ruego de las almas grandes.

Tres años después de la conversación que hemos referido, Isidoro cayó enfermo, y según nos contó luego su madre, poco antes de morir se incorporó, se sentó sobre el jergón que le servía de cama, se llevó las manos a la frente, lanzó un grito ahogado y después miró fijamente a su madre, único ser que le acompañaba y le dijo con voz entera: ¡Madre! He recobrado la razón, ahora conozco cuanto te he hecho sufrir, ¡Pobre mujer! No llores, me dicen que nos reuniremos allá arriba; y se quedó muerto. En su entierro no llevó más duelo que su madre, aquella mujer que tenía un gran corazón, fue la única que acompañó a los cuatro enterradores que vinieron a recoger el cadáver de su hijo. Nosotros la encontramos en la calle cinco días después de haber fallecido Isidoro, y al contarnos la anciana lo que había ocurrido, terminó su relato diciendo; ahora sí que puedo irme cuando Dios me lleve, nada tengo que hacer aquí, mi hijo ya está arriba, y ahogando sus gemidos siguió su camino la infeliz mendiga.

¡Qué historia tan triste y tan tierna a la vez! Cuán cierto es que el amor, que es el primer demócrata del Universo implantando la ley de igualdad en este mundo, lo mismo anida en el palacio que en las cabañas; ¡Quién al ver aquella pobre vieja, encorvada bajo el peso de los años y de los sufrimientos, cubierta de harapos, que guarda un corazón tan grande y tan delicado sentimiento!... porque parece que la miseria llega a embrutecer a los seres. Esa vida nómada que llevan los pordioseros, sin casa, sin hogar, sin abrigo, todo lo más que tienen es un miserable tugurio, como tenía aquella pobre mujer, y sin embargo, nunca quiso encerrar a su hijo en un asilo, ni encerrarse ella; siempre decía: No, no, maltratarán a mi pobre Isidoro y a mi lado está mejor, ningún día se queda sin comer y de noche duerme tranquilo porque yo le vigilo, y si tiene frío le envuelvo con un viejo mantón y se pone tan contento...

No sabemos cuanto tiempo vivió la madre de Isidoro después de perder a su hijo, y en el momento que escribimos estas líneas, un Espíritu nos dice que aún vivió dos años, que recojamos nuestros pensamientos y prestemos toda nuestra atención a la comunicación que nos quiere dar. Nuestro deseo es difundir la luz, repitiendo lo que nos digan los seres de ultra-tumba, si comprendemos que su relato puede servir de alguna enseñanza a la humanidad.

“De alguna enseñanza puede servir lo que voy a dictarte; escribe Amalia, escribe: ¡Quién te diría cuando me conociste que yo te había de inspirar un escrito! ¡Yo! …el tonto como me llamaban cuantos me conocían, el pobre imbécil perseguido y apedreado por los chiquillos, y amparado por una infeliz anciana, que corría afanosa tras de aquel hijo que le costaba tantas lágrimas”.

“¡Quién diría al ver aquellos dos seres tan pobres, tan desamparados, tan harapientos, el uno decrépito sin poder sostenerse, el otro peor que un niño, sin un destello de inteligencia, sin un átomo de entendimiento, que lloraba amargamente cuando le alcanzaba alguna piedra, y decía entre sollozos. ¡Quiero irme arriba! ¡Quién podría pensar que aquel desventurado había descendido de un trono para venir a la Tierra a espirar sus iniquidades!”...

“Todos hubieran dicho, ¡Es imposible! Si alguno hubiese dado cuenta de mi vida pasada, y sin embargo, a pesar de parecer increíble es una verdad”.

“¡Yo! El pobre idiota, el que durmió muchos años de su vida sobre un delgado jergón, sin tener para envolverse y abrigarse más que la ropa que se quitaba su madre; en otra encarnación dormía sobre edredones, en un lecho de marfil y oro bajo un pabellón de púrpura, velando su sueño más de cien esclavos, y al despertarse todos aquellos hombres se arrodillaban ante él y él los dispersaba a latigazos si aún le duraba la embriaguez de su última orgía; bien es verdad que para él, en todos los momentos de su vida, lúcidos o turbados consideraba a los hombres del mismo modo que a sus perros, quizás con más desprecio los miraba todavía”.

“Para él, o mejor dicho para mí, el mundo no era más que un rebaño, los hombres; creía firmemente que su único destino era ser mis siervos, míos eran sus tesoros, mías eran sus mujeres, mío cuanto poseían, yo no sabía más que mandar: ¡Ay! Del que se negaba a obedecer”.

“A nadie quise ni a mis hijos, ni a las mujeres que me servían para satisfacer mis apetitos brutales, me creía un dios y por consiguiente tan superior a los demás seres, que todo me parecía que debía pertenecerme. Hasta el Sol me incomodaba a veces, porque salía contra mi voluntad, los astros tenían en mí un enemigo implacable, porque eran los únicos que en mis dilatados dominios seguían su marcha por los espacios, sin poderles imponer mi voluntad”.

“Sólo una mujer consiguió algún tanto dominar mi corazón de fiera. Era una sacerdotisa consagrada a los dioses, Adina era hermosa, hermosísima, su belleza no puedo explicártelo, había en sus ojos un brillo deslumbrador, su cuerpo no era de la misma materia que el de otras mujeres, no; era un ser transparente, parecía que dentro de ella había los rayos del sol cubierto con un vapor blanco y rosado, la arranqué de su templo, pero no a viva fuerza; cuando la vi, caí postrado a sus pies y le dije: ¿Quién eres?

Tu redención, me contestó Adina. Ven entonces conmigo, deja a tus dioses que yo soy un dios, sí, te seguiré, me dijo Adina pero ¡Ay de ti! Si tus labios impuros llegasen a manchar mi blanca vestidura”.

“La obedecí sumiso como un niño: ella eligió el lugar de su retiro, y me fijó los días que debía ir a escuchar su voz profética”.

“Yo ansiaba aquellos momentos, aunque sus vaticinios eran funestísimos, porque me decía:” “¡Infeliz! ¡Vuelve en ti! ¡Mira que vivirás mañana! ¡Yo hablo con los dioses! ¡Yo sé que te arrastrarás por la tierra como se arrastran los reptiles!... ¡Yo sé que vivirás muriendo… que tendrás hambre, que tendrás sed y no hallarás donde reclinar tu cabeza. Escúchame: yo amo tu alma, no tu cuerpo: monstruo execrable, yo sé que soy la encargada de purificar tu Espíritu porque yo escuché tu primer gemido, yo sorprendí la primera mirada inteligente que dirigiste en torno tuyo y pedí ser tu genio tutelar; pero ¡Ay! ¡Cuán lejos fueron tus iniquidades! Mas la luz podrá más que la sombra, mi amor te arrancará de los abismos y te llevará, sí, te llevará a las regiones luminosas. No profanes mi cuerpo, que soy de los dioses, ¡Ay de ti! Si tus labios impuros osaras acercarlos a mi frente. ¡Tiembla desgraciado! No emplees la violencia para conseguir mis caricias, que yo te acariciaré en otra vida… y la voz de aquella mujer me dominaba hasta el punto que delante de ella era dócil y tímido como un niño”.

“Un día fui a verla y me dijo: pronto dejarás la ierra, morirás como mueren todos los tiranos, asesinado por tus esclavos, piensa en mí y llámame cuando estés en la agonía, que yo seré el único Espíritu en la creación que rogará a los dioses por ti”.

“Déjame libre, no te opongas a mi paso, vuelvo a mi templo para pedir a los dioses que tengan misericordia de ti, y me ofreceré en sacrificio de tu iniquidad, nos veremos más tarde, porque yo tengo que seguir las huellas de tu vida, tú serás carne de mi carne, y hueso de mis huesos; yo besaré tu frente cuando estés purificado por el dolor”.

“Subyugado por aquella voz profética, caí de hinojos, extendí mis brazos hacia ella y lagrimas de arrepentimiento por primera vez, se desprendían de mis ojos”.

“Mi muerte fue como ella me predijo; un día estando en el baño mis esclavos me rodearon, me hirieron, y tuve que morir como ellos quisieron ahogado en mi propia sangre.”

“¡Cuánto tiempo estuve dentro de aquel baño! De mi  cadáver, ya no quedaba en la Tierra ni una partícula!... el fuego había calcinado mis huesos, las cenizas se las había llevado el huracán, hasta mi recuerdo se había borrado de la historia de los pueblos, y aún me creía yo estar dentro del baño viendo las feroces caras de mis esclavos y escuchando sus palabras que me decían; ¡Muere! Hora es ya que vuelvas al infierno de donde nunca debiste salir”.

“¡Cuánto tiempo resonaron aquellas palabras en mis oídos!... hasta que al fin oí una voz que me dijo ¡Infeliz! Dios tiene misericordia de ti, y como por encanto me vi solo, envuelto en una densa bruma”.

“Pasó tiempo, mucho tiempo… y volví a escuchar la misma voz que me dijo: volverás a la Tierra; yo iré contigo, yo saciaré tu hambre y calmaré tu sed; yo abrigaré tu cuerpo con los harapos que cubran el mío. Yo te amo con ese amor que nunca muere; contempla tu historia, y pide a Dios que te fortifique porque tienes que caer muchas veces en tu camino. Después me quedé en la sombra; sepulcral silencio y oscuridad profunda me ofrecieron horas de angustia y de reflexión; pensaba en Adina, la llamaba, pero ni el eco me respondía luego… como si estuviera ante una linterna mágica se fueron presentando ante mis ojos sobre un fondo luminoso todos los cuadros de mis horribles encarnaciones. ¡Cuán odioso me vi en todos ellos!, Únicamente cobré ánimo cuando me vi delante de la sacerdotisa Adina, de aquella mujer hermosísima a quien sin saber porqué no profané con mi aliento sino que humilde y reverente la adoré como se adora a un dios: aquel cuadro duró mucho más tiempo que los otros, y al desaparecer en lugar de hundirse a mis plantas como se habían hundido los demás, aquél se elevó sobre mi cabeza dejando tras de si reflejos luminosos, y entonces exclamé: ¡Quiero ir arriba!

“¡Trabaja y subirás! Me contestaron. Pero yo  entonces no me encontré con fuerzas para trabajar, sólo quise sufrir, quise ser menospreciado de todos, humillado, escarnecido, quise volver a la Tierra para ser juguete de los hombres y entré nuevamente en el mundo, tan pobre en todos sentidos, que ni entendimiento quise tener”.
“Yo era el pobre idiota que tú compadecías en tu juventud, yo era aquel que lloraba cuando me apedreaban los chicuelos y decía: ¡Quiero irme arriba! Porque en mi mente siempre veía la hermosísima figura de Adina que se perdía en la altura”.

“Yo ni comprendía entonces quién era, ni tampoco aunque hubiese dado giro a mis ideas, hubiese podido explicarme, porque apenas sabía hablar; no pronunciaba más que algunas frases, y hasta que me quedé ciego, no comprendí, mientras mi cuerpo reposaba, quien era mi madre, que coincidió mi descubrimiento con mi curación; por eso entonces cambié de carácter, porque aunque despierto yo no me había dado cuenta absolutamente de nada; cuando dormía mi Espíritu una noche se lanzó como de costumbre hacia arriba, porque todo mi afán era ver aquella figura luminosa, a la hermosísima Adina y una noche se me presentó un anciano y me dijo: Eres más feliz de lo que crees; la mujer de tus sueños, el Espíritu que trabaja en tu redención no está arriba, que los ángeles descienden a los abismos cuando tienen que salvar a un pecador”.

“Mira a la mujer que te sirve de madre; mira a la que ha querido compartir tus penas. La sacerdotisa que se inmoló por ti, volvió a la Tierra a seguir sus sacrificios en otro templo, en otro más grande que el anterior, en el templo inmenso del amor maternal. Contigo cruza la Tierra y no te abandonará, ella cerrará tus ojos y en menos tiempo que un segundo, vi junto a mí, a mi madre, no con su triste envoltura, sino radiante de belleza, y de imponente majestad, que inclinada sobre mi lecho sonreía amorosísimamente al pobre idiota de la Tierra”.

“Mis ojos tuvieron luz desde que la vi a ella. ¡Cuántos  misterios guardan vuestros mundos! Cuántos auxiliares tiene vuestra ciencia que desconocéis por completo”.

“¡Cuántos médicos creen que curan a sus enfermos y apenas toman parte en su curación!”. “¡Ella estaba conmigo. Ella, la sola mujer que yo respeté, el único ser que yo llegué a admirar,

¡Qué grande es el amor de los espíritus! ¡Ahora comprendo que Adina es mi ángel tutelar, y que el origen de su amor se pierde en la noche de los siglos”.

“¡Cuánto bien me hizo en la Tierra! En mi última encarnación ¡Cuánta ternura! ¡Cuántos sacrificios! ¡Cuánta abnegación! Ella, que por sus virtudes debía habitar en los mundos felices, quiso participar en todas las amarguras que tenían que rodear mi vida. Ese amor, ni yo tengo elevación para pintártelo ni definirlo, ni tú adelanto suficiente para comprenderlo. En la Tierra aún no adivinan ni se presienten esos efectos supremos, efluvios divinos del amor de Dios”.

“Pocos momentos antes de dejar ese mundo, recobré por completo la razón, comprendí cuanto había martirizado a mi madre, y sentí un dolor tan agudo en el corazón que aquella sensación no me dejó tener ni agonía, ni paz después de la turbación. Presencié mi entierro y vi la diferencia notabilísima que había de un tiempo a otro”.

“Cuando fui soberano de los pueblos, cuando mis dominios era tan extensos que no sabía el número de mis siervos, mis esclavos me asesinaron, me ahogaron en mi propia sangre, quemaron mi cadáver, arrojaron mis cenizas al viento y las multitudes ebrias de alegría organizaron fiestas para celebrar mi muerte, y cuando murió el pobre idiota, el infeliz mendigo, aquel ser que en medio de su imbecilidad lloraba amargamente si veía que maltrataban a un niño, o pegaban a un perro, o le daban latigazos a un caballo; cuando murió aquel pordiosero, que no hizo ningún bien, pero que siempre le horrorizó el mal, una madre amorosísima, un Espíritu de luz recibió mi último suspiro y fue acompañado mi cadáver hacia la mansión de los muertos, y durante dos años, rezó por el descanso de mi alma con la fe del creyente y más de una vez fue al cementerio a llorar en la fosa de su hijo, y cuando algunas almas compasivas le hablaban a mi madre de su pobre Isidoro, solían decirle: No rece Vd. por él, si era un inocente, ¡Pobrecillo! Él sí que se fue del mundo sin pecar”.

“¡Qué diferencia de la muerte del tirano y la muerte del mendigo! Cuando desapareció el primero, hasta la tierra se alegró: cuando se fue el segundo, si algunos le consagraron un recuerdo, fue para decir ¡Pobrecillo! Él sí que no pecó. Y ella ¡Adina! Aquel alma sublime lloró por el hijo de su corazón!”.

“¡Amor de los espíritus! ¡Amor inmenso! ¡Amor supremo! ¡Amor que salva! ¡Amor que regenera! ¡Amor que nos engrandece! ¡Amor que nos eleva desde los abismos de la barbarie a las alturas del progreso!”.

“Yo presentía ese amor en medio de mi idiotismo; por eso exclamaba siempre que me atormentaban: ¡Quiero irme arriba! Porque en la altura yo veía la luz”.

“Y tú, tú que evocando mi recuerdo me has permitido comunicarme contigo, tú que también has dicho en tus horas de alucinación: ¡Quiero irme arriba! No olvides Amalia que arriba no se puede ir, sino después de haber amado mucho, de haber sufrido mucho; tú ya has sufrido, pero aún no has amado como se debe amar para ver la luz, yo tampoco puedo verla todavía, pero la veré porque me ama tanto el Espíritu que me sirvió de madre en mi última encarnación, que su amor obrará en mí prodigios”.

“Si vuestros libros sagrados dicen que la fe transporta las montañas, yo te digo, Amalia, que el amor de los espíritus transporta los mundos”. “En agradecimiento a tu condescendencia en recibir mi inspiración, me despido de ti dándote un consejo: trabaja y ama; el trabajo le dará energía a tu Espíritu, el amor engrandecerá tus sentimientos”.

Adiós buen Espíritu; mucho nos has complacido con tu comunicación, porque presta a profundas consideraciones, también como tú deseamos ir arriba, también decimos como el poeta: Sube alma mía, que arriba tendrás sombra, fuiste arriba, pero también comprendemos que las almas no suben por la escala de Jacob, sino amando el sacrificio, santificando el trabajo, difundiendo la luz de la verdad, sólo entonces llegarán a la cima donde el patriarca vio en sus sueños a Dios.

Voluntad tenemos, queremos ir arriba, queremos ser sabios, grandes y buenos, queremos dejar la Tierra y habitar en mundos mejores, queremos vivir entre torrentes de luz, contemplando horizontes de vivos colores, aspirando el embriagador perfume de flores que nuca se marchitan, queremos ser amados y amar como aman los espíritus para que nuestra alma realice sus sueños, para que después de luengos siglos podamos en alas del progreso ¡Ir arriba!

Copyright Text