martes, 7 de agosto de 2012

EL PHILIAS Y LA REENCARNACIÓN


EL “PHILIAS” Y LA REENCARNACIÓN
POR ©GIUSEPPE ISGRÓ C.

Uno de los grandes aportes de la investigación científica sobre la reencarnación, en el siglo XX, fue la utilización del término PHILIAS con la acepción que engloba el arrastre, de una vida a otra, de los rasgos físicos, las aptitudes, el carácter, las fobias, los traumas e idiosincrasias, de los seres.
Veamos un ejemplo: Jean Francois Champolion, un joven egiptólogo que descifró la escritura jeroglífica. Era de una precocidad prodigiosa. A los 17 años fue admitido como miembro de número de la Academia de Ciencias, Letras y Artes; conocía más de doce lenguas, antiguas y modernas. Descifró la escritura de la “Piedra de Roseta”, que tenía tres vertientes: Jeroglífica, demótica, o popular, y griega.  Champolion, siendo de madre y padre franceses tenía rasgos egipcios. Era un genio políglota y a la edad de 19 años, como profesor de la Sorbona, asombraba a sus colegas por su extraordinaria erudición.
Esto significa que, siendo francés, y de progenitores de igual origen, debía tener rasgos franceses, sin embargo, sus amigos le llamaban el egipcio, por sus facciones. Para descifrar la antigua escritura de la piedra Roseta, es porque, en épocas antiguas, en la que se hablaba y escribía dicho lenguaje, Champolion debió haber vivido en Egipto. De ahí el arrastre de los rasgos físicos, y el conocimiento suficiente, que poseía, para realizar la labor que llevó a cabo.
Qué es la reencarnación?
La reencarnación, significa “NACER DE NUEVO”, derivado esto del término PALINGENESIA, que es un sinónimo de Reencarnación, cuya etimología es: “Palin”: de nuevo; y: “génesis”: nacimiento.
Los seres, en los cuatro reinos naturales, emanan a la conciencia individual a partir del Ser Universal, quien se individualiza en el Alma Universal sin separarse de sí mismo y sin dejar de ser Él mismo, con todos sus atributos divinos, en grado potencialmente infinito.
Cada ser emanado a la conciencia individual, inicia el Eterno Retorno hacia el Ser Universal, durante el cual va adquiriendo conciencia de ese desarrollo en grado infinito, en todas sus vertientes y variantes, de los atributos divinos que posee el Supremo Artífice.
El ser, en cada uno de los cuatro reinos naturales, jamás encontrará un límite en la expansión de su conciencia, en la espiral evolutiva y en la expansión de la Creación universal.
En la naturaleza, todo es cíclico; por ejemplo: la primavera, el verano, el otoño y el invierno, lo cual se repite ad infinitum.
Hay un sucederse constante en todas las manifestaciones físicas de la vida: emerge a la vida, se desarrolla y concluye su ciclo y lo reemprende en uno nuevo, incesantemente.
Esa es la razón de ser de la reencarnación. Es un incesante repetirse de ciclos en los cuatro reinos de la naturaleza. Estos ciclos de vida, en todas sus variantes, y vertientes, están regidos por leyes universales.
La ley de reencarnación es universal y rige en los cuatro reinos naturales, conjuntamente con las demás leyes naturales que se le interrelacionan. 
Una reflexión: Es verdad que no se “recuerdan” las vidas pasadas? O, no recordamos que recordamos?
Dos leyes de la reencarnación:
A) EL AMOR: Quien odia tendrá que amar.
B) LA VIDA: Quien quita una vida debe reponerla. Para lo cual nacerá, en otra vida, según el caso, como mujer, y será madre de aquel a quien le deba esa vida.
Adelante.

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