miércoles, 5 de marzo de 2014

REENCARNACIÓN ILIMITADA


REENCARNACIÓN ILIMITADA

©Giuseppe Isgró C.


Cuando se menciona el hecho de que, los Espíritus, habiendo alcanzado un determinado grado de pureza, y perfección evolutiva, ya no están obligados a reencarnar, debe entenderse que ya no están obligados a reencarnarse con fines de expiar, compensando, deudas kármicas de existencias pasadas.

Es decir, que se han liberado de compromisos que les hacía necesario reencarnar a tales efectos a los fines de compensar, cancelando sus respectivas deudas. Habiendo quedado libres de tales deudas, los Espíritus no se encuentran obligados a hacerlo con tales finalidades kármicas, adquieren una autonomía que trasciende toda obligación con otros seres.
 Empero, este grado de autonomía y de libertad no implica que ya jamás deban volver a reencarnar. Esto es preciso descartarlo absolutamente. Existen otras condiciones que obligan a los Espíritus a reencarnarse, como son:

                 I.   El progreso eterno e infinito, en el cual el Espíritu elabora su propio plan de desarrollo, mediante el cual coopera en la realización de la Gran Obra cósmica.

              II.   El plan de estudio existente en cada mundo, al cual, cada Espíritu se encuentra adscrito, en un momento dado, por propia elección, o por el grado evolutivo alcanzado, que le ubica, automáticamente, en un determinado grupo, ejerciendo, siempre, su libre albedrío, o facultad de autonomía.

            III.   Por misión autoimpuesta, de cooperar con humanidades que precisan de un instructor en el nivel alcanzado por determinado Espíritu.

             IV.   Por misión asignada por los Regidores Cósmicos, en un determinado mundo, y libremente aceptada por el Espíritu en particular.

                V.   Cualquier otra condición en que, los Espíritus, por la ley de la solidaridad, se encuentran obligados, moralmente, por la propia conciencia, a cooperar con las humanidades que lo precisan, lo cual, no deja de ser, al mismo tiempo, una oportunidad de crecimiento espiritual, ya que, tales misiones, les facultan para poner en práctica, sus conocimientos, experiencias y visión de desarrollo alcanzado.

             VI.   Esto nos permite ver que, a partir de cierto grado evolutivo, el Espíritu queda en libertad de cooperar por libre elección en la parte de la Gran Obra que mejor se adapte a su experiencia y conocimiento, optimizando su vocación de servicio y aptitudes.


           VII.   Por otra parte, el Espíritu va percibiendo áreas determinadas en las cuales precisa fortalecerse, y desarrollarse, en un mejor nivel, por lo cual, elige existencias físicas, a tales efectos, por propia iniciativa, ya que el afán evolutivo es incesante en la propia conciencia. Tomemos en cuenta de que, en la dimensión espiritual, los Espíritus, bajo la dirección de los respectivos guías, visitan los mundos más avanzados que implican los siguientes grados de desarrollo en su escala evolutiva. De lo que allí observan, eligen libremente, aquellas áreas por las cuales se sienten identificados. Las unas para optimizar sus facultades y aptitudes desarrolladas. Las otras, para desarrollar las que lo precisan.

domingo, 17 de noviembre de 2013

A B O R T O


Damos cabida a los dos trabajos que siguen, sobre el aborto, que nos envía nuestro apreciado hermano, y amigo, João Cabral, desde Brasil, por su enorme interés. Hay que educar para que las nuevas generaciones acepten dar la vida que engendran, y conciben, como misión de vida, sin importar cuales sean las formas, o manera en que eso ocurra, ya que lo contrario, es decir, el aborto, es un acto indebido del cual habrá que responder ante la vida, al Derecho positivo y a la ley cósmica, o divina, que es justa, inexorable e imposible de burlar, Giuseppe Isgró C.

 A  B  O  R  T  O

Autor: Rogério Coelho


“O homem deixa-se sensibilizar pelos fenômenos ecológicos, lutando”.
 pela  preservação  do  meio ambiente, das forças vivas e atuantes da
 Natureza, todavia, ergue-se, obstinado, para destruir a Vida humana
em  formação,  que  lhe  pede  oportunidade  para  vir  à luz do Sol.”
     Amélia Rodrigues


El hombre se deja sensibilizar por los fenómenos ecológicos, luchando por la preservación del medio ambiente, de las fuerzas vivas y actuantes de la Naturaleza, y todavía, se yergue, obstinado, para destruir la Vida humana en formación, que le pide oportunidad para venir a la luz del sol.”  - Amélia Rodrigues1

Ensina ainda Amélia Rodrigues1:
Enseña aun Amélia Rodrigues1
“(...) À exceção do aborto terapêutico que objetiva salvar a Vida da gestante, facultando-lhe permanecer no ministério do corpo, todos os outros tipos decorrem de arrazoados ególatras e sofistas, que não merecem respeito. Aviltando-se a genitora por meio do delito do aborto, os seus sentimentos descem ao primarismo animal, trazendo de volta a ferocidade primeva que já deveria estar superada.”
“(...) A excepción del aborto terapéurico que busca salvar la Vida de la gestante, proporcionándole permanecer en el ministerio del cuerpo, todos los otros tipos aportan argumentos ególatras y sofistas, que no merecen respeto. Rebajandose la madre por medio del delito del aborto, sus sentimientos descienden al primitivismo animal, trayendo de vuelta la ferocidad primera que ya debería estar superada.”
Mais dia, menos dia, as crianças abortadas deverão renascer...  Uma existência nulificada terá de recomeçar.   Daí a resposta dada pelos Espíritos a Kardec :
Tarde o temprano, los niños abortados deberán renacer... Una existencia anulada tendrá que recomenzar. De ahí la respuesta dada por los Espíritus a Kardec2
“Há crime sempre que transgredis a Lei de Deus. U`a mãe, ou quem quer que seja, cometerá crime sempre que tirar a Vida a uma criança antes do seu nascimento, por isso que impede uma alma de passar pelas provas a que serviria de instrumento o corpo que se estava formando.  A exceção única dá-se quando o nascimento da criança coloca em risco a Vida da mãe.   Nesse caso, é preferível (e não crime) sacrificar o ser que estava em formação a sacrificar-se o que já existe.”
Hay crimen siempre que trasgredís la Ley de Dios. Una madre, o quien quiera que sea, cometerá crimen siempre que quite la Vida a un niño antes de su nacimiento, por eso es que impide a un alma pasar por las pruebas a que serviría de instrumento el cuerpo que se estaba formando. La excepción única se da cuando el nacimiento del niño pone en riesgo la Vida de la madre. En ese caso, es preferible (y no crimen) sacrificar al ser que estaba en formación a sacrificar a quien ya existe.”
O aborto é crime, e segundo Emmanuel , trata-se de “crime estarrecedor, porque a vítima não tem voz para suplicar piedade e nem braços robustos com que se confie aos movimentos da reação. Referimo-nos ao aborto delituoso, em que pais inconscientes determinam a morte dos próprios filhos, asfixiando-lhes a existência antes que possam sorrir para a bênção da luz.”
El aborto es un crimen, y según Emmanuel3, se trata de “un crimen aterrador, porque la víctima no tiene voz para suplicar piedad ni brazos robustos con los que contar para los movimientos de la reacción. Nos referimos al aborto delictuoso, en que padres inconscientes determinan la muerte de los propios hijos, asfixiándole la existencia antes de que puedan sonreír para la bendición de la luz.”
Atentemos, ainda, na ponderada argumentação de Amélia Rodrigues1:
Atendamos aun en la ponderada argumentación de Amélia Rodrigues1:
“(...) Sejam quais forem os argumentos, como se te apresentem as justificativas para o crime de interrupção da Vida fetal, que alguns homens pretendem legalizar, não te deixes seduzir. A mulher nasceu para ser, por excelência, mãe da própria ou da carne alheia. Não te envergonhes nunca de permitir que a Vida se manifeste pelo corpo, na condição de co-criadora que és ao lado de Deus.
“(...) Sean cuales fueran los argumentos, como si te presentasen las hustificaciones para el crimen de la interruoción de la Vida fetal, que algunos hombres pretenden legalizar, no te dejes seducir”. La mujer nació para ser, por excelencia, madre de la propia o de la carne ajena. No te averguences nunca de permitir que la Vida se manifieste por el cuerpo, en la condición de co-creadora que eres al lado de Dios.
As alegações vazadas no egoísmo absurdo que visa transformar o corpo num oásis de delícias, mediante a sexualidade nem sempre dignificada, tornam a mulher objeto contra o que, aliás, ela hoje vem pretendendo lutar.
Las alegaciones basadas en el egoísmo absurdo que busca transformar el cuerpo en un oásis de delicias, mediante la sexualidad no siempre dignificada, vuelven a la mujer objeto contra el que, además, ella hoy viene pretendiendo luchar.
Enquanto haja mães na Terra, teremos a certeza de que Deus prossegue conosco.  Não obstante se argumente quanto ao direito que a mulher tem sobre o seu corpo, a verdade é que aquele que se desenvolve na intimidade intra-uterina não lhe é a continuação, sendo antes o resultado da união de outras energias que se conjugam para manifestar a Vida e prolongá-la através da sucessão dos anos.”
Mientras haya madres en la Tierra, tendremos la certeza de que Dios prosigue con nosotros. Aunque se argumente sobre el derecho que la mujer tiene sobre su cuerpo, la verdad es que aquel que se desenvuelve en la intimidad intra-uterina no es la continuación, siendo antes el resultado de la unión de otras energías que se conjugan para manifestar la Vida y prolongarla a través de la sucesión de los años.”
No mesmo diapasão Emmanuel3 conclama:
En el mismo diapasón Emmanuel3 proclama:
“(...) Homens da Terra, e, sobretudo vós, corações maternos chamados à exaltação do amor e da Vida, abstende-vos de semelhante ação que vos desequilibra a alma e entenebrece o caminho! Fugi do satânico propósito de sufocar os rebentos do próprio seio, porque os anjos tenros que rechaçais são mensageiros da Providência, assomantes no lar em vosso próprio socorro. Se não há legislação humana que vos assinale a torpitude do infanticídio, nos recintos familiares ou na sombra da noite, os olhos de Nosso Pai vos contemplam do Céu, chamando-vos, em silêncio, às provas do reajuste, a fim de que se vos expurgue da consciência a falta indesculpável que perpetrastes.”
“(...) ¡Hombres de la Tierra, y sobre todo vosotros, corazones maternos llamados a la exaltación del amor y de la Vida, absteneos de semejante acción que os desequilibra el alma y llena de tinieblas el camino! Huid del satánico propósito de sofocar a las semillas del propio seno, porque los ángeles tiernos que rechazáis son mensajeros de la Providencia, a sumarse en el hogar en vuestro propio socorro. Si no hay legislación humana que os señale la torpeza del infanticidio, en los recintos familiares o en la sombra de la noche, los ojos de Nuestro Padre os contemplan del Cielo, llamándoos, en silencio, a las pruebas de reajuste, a fin de que se os expurgue de la conciencia la falta sin disculpa que perpetraste.”
Complementa Amélia Rodrigues1:
Completa Amélia Rodrigues1
“(...) Permite que a tua existência, convidada à sublimidade da tarefa maternal, se coroe de estrelas como bênçãos do Céu nas sombras da Terra, enternecendo-te e doando claridades permanentes para a Humanidade inteira.”
“(...) Permite que tu existencia, invitada a la sublimidad de la tarea maternal, se corone de estrellas como bendiciones del Cielo en las sombras de la Tierra, enterneciéndote y dando claridades permanentes para la Humanidad entera.”

                                              
João Cabral
Presidente da ADE-SERGIPE
Aracaju-Sergipe-Brasil
Em: 06.01.2008
Website: www.ade-sergipe.com.br
Mensaje traducido por ISABEL PORRAS – ESPAÑA




ABORTAMENTO ESPONTÂNEO
ABORTO ESPONTÁNEO

Redação do Momento Espírita
Redacción del Momento Espírita


Por que, para certas mulheres que desejam muito ser mães, ocorrem abortamentos espontâneos?

¿Por qué, para ciertas mujeres que desean mucho ser madres, ocurren abortos espontáneos?

O que acontece, nesses casos, ao Espírito que se preparava para reencarnar naquele corpo que estava em formação?

¿Qué ocurre, en esos casos, al Espíritu que se preparaba para reencarnar en aquel cuerpo que estaba en formación?

Uma senhora narrou, ao jornal italiano L´aurora uma experiência muito interessante.

Una señora narró, al periódico italiano L´aurora una experiencia muy interesante.

Ela estava grávida e feliz. Estava no quarto mês de gestação. Os exames preliminares lhe haviam anunciado o sexo da criança: seria um menino, e ela se apressara a começar chamá-lo de André.

Ella estaba embarazada y feliz. Estaba en el cuarto mes de gestación. Los exámenes preliminares le habían anunciado el sexo del niño: sería un niño, y ella se hube apresurado a comenzar a llamarlo  André.

Então, uma noite, ela sonhou que estava deitada em um leito de hospital, sem apresentar o ventre desenvolvido, próprio da gravidez.

Entonces, una noche, ella soñó que estaba acostada en un lecho de hospital, sin presentar el vientre desarrollado, propio del embarazo.

Estranhou, pois não conseguia entender o que acontecera. Levantou-se e foi até a janela do quarto. Um jardim se descortinava abaixo e nele um garotinho lhe sorria e a saudava com sua mãozinha.

Extrañó, pues no conseguía entender lo que había ocurrido. Se levantó y fue hasta la ventana del cuarto. Un jardín se desvelaba abajo y en el un niñito le sonría y la saludaba con su manita.

Ela o olhou e lhe disse:
Ella lo miró y le dijo:

Até breve, meu tesouro. O nosso é somente um até breve, não um adeus.

Hasta pronto, mi tesoro. Lo nuestro es solamente un hasta pronto, no un adiós.

Despertando, poucas horas depois, Giovanna precisou ser encaminhada ao Hospital da localidade, sob ameaça de um abortamento.

Despertando, pocas horas después, Giovanna necesitó ser encaminada al Hospital de la localidad, bajo amenaza de un aborto.


A médica, auxiliada por sua equipe, se esforçou ao máximo, sem conseguir evitar o abortamento espontâneo.

La doctora, auxiliada por su equipo, se esforzó al máximo, sin conseguir evitar el aborto espontáneo.

Uma grande tristeza invadiu aquele coração materno, ansioso pelo nascimento de mais um filho.

Una gran tristeza invadió aquel corazón materno, ansioso por el nacimiento de un hijo más.

Desalentada e triste, chorou até se esgotarem as lágrimas. E o sonho da noite anterior então teve sentido para si: seu filhinho viera se despedir. E ela se despedira dele.

Desalentada y triste, lloró hasta agotarse las lágrimas. Y el sueño de la noche anterior entonces tuvo sentido para sí: su hijito venía a despedirse. Y ella se hubo despedido de él.

Fora o anúncio da tristeza que estava a caminho e que invadiria aquele coração feminino.

Fue el anuncio de la tristeza que estaba a camino y que invadiría aquel corazón femenino.

Talvez, mais tarde, em um outro momento, ele pudesse retornar, em nova tentativa gestacional. Mesmo porque, conforme o sonho, fora uma despedida temporária.

Tal vez, más tarde, en un otro momento, él pudiera volver, en un nuevo intento de gestación. Sobre todo porque, conforme el sueño, fue una despedida temporal.

*   *   *

Por que ocorrem abortos espontâneos? O Codificador da Doutrina Espírita, Allan Kardec, interessou-se pela delicada questão.

¿Por qué ocurren abortos espontáneos? El Codificador de la Doctrina Espírita, Allan Kardec, se interesó por la delicada cuestión.

As respostas lúcidas dos Espíritos de luz se encontram em O Livro dos Espíritos.

Las respuestas lúcidas de los Espíritus de luz se encuentran en El Libro de los Espíritus.

Em síntese, esclarecem os mensageiros celestes que, as mais das vezes, esses eventos espontâneos têm por causa as imperfeições da matéria.

En síntesis, esclarecen los mensajeros celestes que, las más de las veces, esos eventos espontáneos tienen por causa las imperfecciones de la materia.

Ou seja, as condições inadequadas do feto ou da gestante. De outras, o Espírito reencarnante, temeroso das lutas que terá que enfrentar na vida de logo mais, desiste da reencarnação, volta atrás em sua decisão.

O sea, las condiciones inadecuadas del feto o de la gestante. Otras, el Espíritu reencarnante, temeroso de las luchas que tendrá que enfrentar en la vida más tarde, desiste de la reencarnación, vuelve atrás en su decisión.

Retirando-se o Espírito que presidia ao fenômeno reencarnatório, a criança não vinga, a gestação não chega a termo.

Retirándose el Espíritu que presidía al fenómeno reencarnatorio, el niño no venga, la gestación no llega a término.

A gestação frustrada é dolorosa experiência para os pais e para o Espírito em processo reencarnatório.

La gestación fallida es dolorosa experiencia para los padres y para el Espíritu en proceso reencarnatorio.

Como não existe sofrimento sem causa anterior, chega a esses corações, como medida salutar para ajuste de débitos anteriores.

Como no existe sufrimiento sin causa anterior, llega a esos corazones, como medida saludable para un ajuste de débitos anteriores.

Para o Espírito que realizava a tentativa, sempre preciosa lição.

Para el Espíritu que realizaba el intento, siempre una preciosa lección.

Retornará ao palco da vida terrena, após algum tempo, em novas circunstâncias.

Volverá al palco de la vida terrena, después de algún tiempo, en nuevas circunstancias.

* *
 *
Para quem aguarda o nascimento de um filho, se constitui em doloroso transe a frustração do processo da gestação.

Para quien aguarda el nacimiento de un hijo, se constituye en doloroso trance la frustración del proceso de la gestación.

De um modo geral, volta o mesmo Espírito, superadas as dificuldades, para a reencarnação.

De un modo general, vuelve el mismo Espíritu, superadas las dificultades para la reencarnación.

Se forem inviáveis as condições para ser agasalhado no ventre que elege para sua mãe, engendra outras formas de chegar ao lar paterno.

Si fueran inviables las condiciones para ser agasajado en el vientre que elige para su madre, engendra otras formas de llegar al hogar paterno.

É nessas circunstâncias que a adoção faz chegar a pais não biológicos o filho inestimável do coração.

Es en esas circunstancias que la adopción hace llegar a los padres no biológicos al hijo inestimable del corazón.

Redação do Momento Espírita.
Redacción del Momento Espírita

Em 09.04.2009

* * *

Para ler mais sobre este tema sugerimos acionar o link abaixo indicado:
http://www.bomespirito.com/2010/11/mae-de-natimorto-aborto-e-mae-do.html

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Mensaje traducido por Isabel Porras-España-19.04.2013.

jueves, 7 de noviembre de 2013

UNA PREGUNTA SOBRE REENCARNACIÓN Y LA RESPUESTA INHERENTE


UNA PREGUNTA SOBRE REENCARNACIÓN Y LA RESPUESTA INHERENTE:

©Giuseppe Isgró C.

Damos las gracias por la pregunta que sigue:
-“Cuando uno se reencarna, acepta las cosas que pueda soportar?”
Antes de reencarnar, cada ser elabora su plan de vida, conjuntamente con las personas que van a integrar su ámbito familiar, y con aquellos seres con quienes contempla realizar determinadas actividades con carácter de misión de vida.
Cada ser tiene acumulado un bagaje de potencialidades que denominamos SUMA EXISTENCIAL, que le dan cierta libertad de acciones, por las aptitudes desarrolladas en anteriores ciclos de vida: Las APTITUDES consisten en la capacidad de comprender, hacer o dejar de hacer, por una parte. Por otra, aquellas situaciones kármicas que debe compensar, o recibir compensaciones. Esto determina el orden cósmico en que girará su vida en las dimensiones espiritual y física, simultáneamente, enmarcado en el ámbito en que puede cumplir, o realizar ambos aspectos, y el potencial de sus aptitudes. A esto hay que sumarle el plan de estudios que rige para el planeta tierra, al igual que en cualquier escuela, o universidad. Las aptitudes dan libertad para elegir los propios objetivos de desarrollos o metas del siguiente ciclo de vida, que sería el actual, en la dimensión espiritual, antes de reencarnar. Las situaciones kármicas, en ambos sentidos, o vertientes: para recibir, o dar compensaciones, generan compromisos que deben ser honrados de acuerdo a la ley cósmica: ley de afinidad, justicia, igualdad, compensación, equilibrio, verdad, libre albedrio y/o libertad, entre otras.
Dentro de este orden de ideas, cada ser elabora su plan de vida para el siguiente ciclo de vida, el cual corresponde con algún plan existente a largo plazo, que realizara ya, en algún momento pasado, en líneas generales, y a los demás elementos antes reseñados, adaptándolo al siguiente, y actual, ciclo de vida, en líneas generales.
Cuando a nivel espiritual, cada ser percibe, o adquiere conciencia del tiempo que ha perdido en vidas anteriores, suele anteponerse pruebas que, muchas veces superan toda posibilidad de realizarlas, en un solo ciclo de vida. Los guías espirituales, y entes afines y amigos, y –los regidores de turno, en el planeta-, muchas veces aligeran ese plan para hacerlo realista y factible y es subdividido para varios ciclos de vida. Aun así, cada plan de vida es exigente y contempla pruebas –elegidas, en su mayoría por el mismo ser- para experimentar cosas que quizá ya hizo experimentar a otros, como pruebas existenciales de desarrollo-, y es probable que algunas pruebas requieran más de un ciclo de vida por superarlas en su totalidad, como ya fue dicho. Evidentemente, algunas de esas pruebas de vida, u objetivos de desarrollo que muchos seres traen a su existencia actual, vista desde la perspectiva humana, son complejas, y “terribles”; empero, desde el momento en que la persona las incluyó en su plan de vida, significa que aceptó las mismas –las aceptó o por libre elección, o por acción coactiva de la ley cósmica, la cual en su sabiduría, jamás impone pruebas que vayan más allá de lo factible en determinado lapso, pero la realización dependerá siempre, del ser a quien las pruebas son inherentes, y podrá, en su oportunidad cumplirla, o flaquear, titubear, y fallar una y otra vez, y tendrá que volver a anteponerlas como pruebas, en siguientes ciclos de vida, hasta que las cumpla o supere-.
En respuesta a la pregunta planteada, al reencarnar, cada ser acepta las cosas que conforman su plan de vida, tanto aquellas que eligió libremente, como aquellas que los seres que son acreedores de determinadas compensaciones reclaman a la justicia divina y que ésta impone, coactivamente, por el imperio de la “amorosa” ley cósmica, que busca el equilibrio perfecto, y el ser –cada ser- viene al nuevo ciclo de vida con la firme intención de cumplir su plan. Que lo haga o no, totalmente, o en determinado grado, depende, en línea general, del propio ser, y éste dispone de la ayuda de los guías espirituales, seres amigos, o entes afines, y de la misma ley cósmica, que brinda su apoyo en las tres vertientes esenciales que antes enunciáramos, y cualquier otro aspecto inherente. Formamos parte de un grupo, y todos tienen interés de que todos tengan éxito en las respectivas metas comunes, por ser todos eslabones de una cadena que, si se rompe uno, afecta a todos.
Alguien que deba una o más vidas, por haber privado de ella a otros seres, en vidas anteriores, ahora deberá darlas, o reponerlas. La ley cósmica expresa: Quien quita una vida, deberá reponerla. Quien odia tendrá que amar. Esa es la razón que los enemigos nazcan en el propio ámbito familiar para que, por los lazos de la sangre, -familia-, se vayan limando las asperezas, y prevalezca la afinidad y el amor-. Pero, también nacen, en el ámbito familiar, los entes afines, para apoyarse recíprocamente. Y luego, los afines, en el entorno social, que también son cooperantes, y los afines que aún permanecen en la dimensión espiritual, que también cooperan, e interactúan. Somos integrantes de un grupo que se desenvuelve, por turno, una vez desde la dimensión espiritual, y otra, desde la física. En ambos planos, cada uno se apoya recíprocamente.
Esa es la razón por la cual es preciso aceptar las pruebas de la vida y asumirlas con confianza, dando las gracias, constantemente, a la vida, porque dichas pruebas no han sido de magnitudes mayores, como pudieron haber sido.
Luego, al asumir con determinación, y voluntad de triunfar, las pruebas existenciales, al afrontar cara a cara cada una de las pruebas, emerge desde el ser interior, y por la asistencia espiritual, la fuerza necesaria, y la inspiración suficiente, para ir superando con éxito las mismas.
Pero, si esas prueban dejan de ser afrontadas con determinación de triunfar, al costo que sea necesario, estudiando las leyes de la vida, para tener las ideas claras, evadiendo los propios compromisos que se asumieran al elaborar el plan de vida, desde la dimensión espiritual, esa falta de determinación, inhibiría a las fuerzas cósmicas que acuden en ayuda, para brindar su apoyo en la superación de las pruebas existenciales de turno. Igualmente, con los compromisos que diariamente se van adquiriendo, hay que honrarlos, ya que las acciones actuales son siembras que generarán sus respectivas cosechas en nuevos ciclos de vida.
Desde el momento en que las pruebas se presentan a la propia conciencia existencial, es porque estamos en condiciones de superarlas con éxito, caso contrario no habríamos adquirido conciencia de ellas.
Las pruebas que dejan de afrontarse ahora, ellas seguirán esperándonos más adelante; comenzamos a tomar el control de las situaciones que les son inherentes, y por supuesto, en primer lugar de nosotros mismos, en el instante en que decidamos afrontarlas, y superarla como medio de auto-aprendizaje.
En el acto de afrontar la realidad tal como es, de aceptarla tal como es, sin evasión, y retornamos a la unidad, a la conexión con la Divinidad, con la Esencia universal, con la que se conforma una unidad perfecta e indisoluble, y adquiramos conciencia de esa unidad y conexión con la fuente, se restablece la perfecta armonía creadora, en el sincronismo cósmico. 
Todo fluye desde su propio centro de poder, sin interferencia, libremente, sosegadamente, en función de los propósitos existenciales y de los planes cósmicos. Hay plenitud. 
Adelante.
________________

Será preciso un lapso determinado de meditación para compenetrarse de todos los elementos expuestos. Sugerimos leer el artículo: LA LEY DE COMPENSACIÓN y nuestro video con el mismo título, en Youtube, que amplían la respuesta. 

viernes, 27 de septiembre de 2013

Reincarnazione e rinascita, Sri Aurobindo


Reincarnazione e rinascita

Sri Aurobindo


La rinascita

La teoria della rinascita è antica quasi quanto il pensiero stesso, e la sua origine è sconosciuta. Noi possiamo, a seconda delle nostre convinzioni pregresse, accettarla come frutto di una antica esperienza psicologica sempre rinnovabile e verificabile, e quindi vera, oppure non liquidarla come dogma filosofico e teoria ingegnosa, ma in entrambi i casi la dottrina, anche se è, con tutta evidenza, tanto antica quanto il pensiero umano stesso, è suscettibile di resistere fino a quando l’essere umano continuerà a pensare.

Anticamente la dottrina era conosciuta in Europa con il grottesco nome di trasmigrazione, che la associava nella mente occidentale con l’immagine comica dell’anima di Pitagora che migrava, come uno strano uccello di passo dalla umana forma divina nel corpo di un porcellino d’India o di un asino.

L’apprezzamento filosofico della teoria si espresse nell’ammirevole ma difficilmente padroneggiabile parola greca metempsicosis, che indica il reincarnarsi in un nuovo corpo da parte di una medesima individualità psichica. La lingua greca riesce a coniugare sempre felicemente pensiero e parola, e non poteva trovare un’espressione migliore; ma nella forzata traduzione inglese la parola diventa semplicemente lunga e pedante e senza serbare niente del suo sottile significato in greco, per cui deve essere abbandonata. "Reincarnazione" è adesso il termine comunemente usato, ma la parola rende un’idea soltanto grossolana o esteriore del fatto, suscitando perciò molti interrogativi. Io preferisco rebir", poiché il termine rende il senso del termine sanscrito, ampio e oggettivo, e tuttavia adeguato, punarjanma, "nascere di nuovo", che ci trasmette soltanto l’idea fondamentale che è l’essenza e la vita della dottrina.

Rebirth (rinascita) è per la mente moderna niente più che una speculazione teorica; non è mai stata provata dalla scienza moderna in modo tale da soddisfare la nuova mente critica, educata alla cultura scientifica. E d’altro canto non se ne è mai dimostrata la falsità, poiché la scienza moderna non sa niente di una possibile vita anteriore o posteriore dell’anima umana; in realtà essa non sa niente dell’anima né nulla può saperne, poiché i suoi confini sono il corpo, il cervello, i nervi, l’embrione, la sua formazione e il suo sviluppo.
Né la critica moderna dispone di alcun apparato tramite il quale la verità o la falsità della rinascita possa essere stabilita.  
In realtà la critica moderna, con tutte le sue pretese di investigazione scrupolosa e di certezze affidabili, non è una buona cercatrice della verità. Al di fuori della sfera di ciò che è immediatamente fisico essa è praticamente impotente: riesce a scoprire bene i dati, ma solo laddove i dati stessi abbiano già in se stessi la loro conclusione; non può in nessun modo essere sicura delle generalizzazioni che, a partire da questi dati, afferma con grande certezza nel corso di una generazione, per poi rinnegarle in quella successiva. Non può in alcun modo provare con certezza la verità o la falsità di un’asserzione storica incerta, e dopo un secolo di dispute non è stata neppure capace di dirci se Gesù sia o no esistito.
Come potrebbe quindi trattare un problema come la rinascita che appartiene alla psicologia e deve essere trattato secondo l’evidenza psicologica piuttosto  che quella fisica ? Le prove che di solito vengono portate dai sostenitori e dagli oppositori sono spesso deboli o insignificanti; anche quelle più plausibili  sono insufficienti a provare o confutare qualunque cosa. Un argomento spesso sostenuto in modo vincente nella confutazione è che noi non ricordiamo le nostre vite passate e quindi non ci sono vite passate. Fa sorridere un tale ragionamento fatto molto seriamente da chi pensa di essere qualcosa di più di un bambino intellettuale. L’argomentazione procede su base psicologica e tuttavia ignora la vera natura della nostra memoria ordinaria o fisica, che è tutto ciò che l’uomo ordinario può adoperare. Quanto ricordiamo delle nostre vite presenti, quelle che stiamo senza dubbio vivendo al momento ? La nostra memoria è di norma buona riguardo agli avvenimenti a noi vicini, ma diventa più vaga o meno precisa quando comincia ad allontanarsi dall’attualità; se si va ancora più indietro si ricordano soltanto alcuni punti salienti, infine – per quanto riguarda l’origine delle nostre vite – si cade in un vuoto assoluto. Ricordiamo forse anche semplicemente di esser stati dei bambini sul petto di nostra madre ?
E tuttavia quel momento dell’infanzia era – non soltanto nelle teorie buddiste – parte della nostra vita e appartiene allo stesso individuo che non riesce a ricordarlo allo stesso modo in cui non ricorda le vite passate. Tuttavia noi pretendiamo che questa memoria fisica – la memoria del rozzo cervello di un uomo che non riesce a ricordare la sua infanzia e ha perduto così tanto dei suoi primi anni – ricordi ciò che c’era prima dell’infanzia, prima della nascita, prima che essa stessa si formasse. E se non ci riesce dobbiamo dire: "la teoria della reincarnazione si dimostra falsa". La pretenziosa insipienza del nostro comune ragionamento umano non potrebbe mostrarsi meglio che in questo genere di argomentazioni. Ovviamente le nostre vite passate, sia come fatto che come stato o nei loro eventi ed immagini, possono essere ricordati soltanto da una memoria psichica il cui risveglio va oltre i limiti del fisico e risveglia impressioni ben diverse da quelle registrate dai movimenti cerebrali fisici sull’essere fisico.
Anche se avessimo la prova della memoria fisica delle vite passate o di un tale risveglio psichico, dubito comunque che la suddetta teoria verrebbe considerata dimostrata. Oggi noi abbiamo molti di questi esempi sostenuti con sicurezza, sebbene senza quell’apparato di evidenza verificata e scrupolosamente presa in esame che dà peso ai risultati della ricerca scientifica; lo scettico li considererà sempre come mera finzione ed immaginazione, a meno che non siano confermati da una solida base di evidenza. Persino se i fatti sostenuti fossero dimostrati veri, c’è la possibilità di affermare che non si tratta davvero di ricordi ma di fatti noti alla persona che li sostiene tramite semplici mezzi fisici o che gli sono stati suggeriti da altri e vengono contrabbandati per memorie di reincarnazione o ingannando consapevolmente gli altri o per via di un auto–inganno e auto–allucinazione.
Anche supponendo che l’evidenza fosse troppo forte e non suscettibile di obiezioni, così da non poter essere sospettata degli inganni suddetti, si potrebbe non accettarla come prova di reincarnazione, e la mente potrebbe escogitare un centinaio di spiegazioni teoriche per questi fatti.
Il pensiero e la ricerca moderna hanno introdotto questo dubbio riguardante tutte le teorie e le generalizzazioni psichiche.
Sappiamo ad esempio che riguardo al fenomeno della scrittura automatica o della comunicazione da parte dei morti si discute se il fenomeno provenga dall’esterno, da menti disincarnate o dall’interno, dalla coscienza subliminale; o se la comunicazione sia reale e provenga direttamente dalla personalità disincarnata, o sia il risalire in superficie di una impressione telepatica che proveniva dalla mente della persona allora in vita, ma rimasta nel profondo della nostra mente subliminale. Lo stesso genere di dubbio può essere opposto alle prove della memoria di reincarnazione. Si potrebbe sostenere che esse dimostrano il potere di una certa misteriosa facoltà in noi, una coscienza che può avere una conoscenza inesplicabile di eventi passati, ma che questi eventi potrebbero appartenere a personalità diverse dalla nostra e che l’attribuzione che ne facciamo alla nostra personalità in vite passate è una immaginazione, un’allucinazione o un esempio di quell’auto–appropriazione di cose ed esperienze percepite ma non nostre, che è uno dei fenomeni comprovati di errore mentale. Molto potrebbe essere dimostrato dall’abbondanza di tali prove, ma non per lo scettico e tanto meno a rinascita.
Certamente, se esse fossero sufficientemente ampie, esatte, dettagliate, precise, creerebbero un’atmosfera che alla fine condurrebbe ad una generale accettazione della teoria da parte della specie umana come certezza morale.
Ma la prova è una cosa diversa.
Dopotutto la maggior parte delle cose che accettiamo come verità sono in fondo niente più che certezze morali. Noi abbiamo la ferma convinzione che la terra ruoti sul suo asse, ma – come è stato sottolineato da un grande matematico francese – la cosa non è mai stata provata, è soltanto una teoria che spiega certi fenomeni osservabili, niente di più. Chissà che essa non possa essere sostituita a breve da una teoria migliore o peggiore ? Tutti i fenomeni astronomici conosciuti venivano spiegati bene tramite le teorie delle sfere e non so cos’altro, prima che Galileo venisse fuori con il suo "Eppur si muove…" disturbando l’infallibilità ......de la scienza e la logica dei dotti. Si può certamente pensare che altre ammirevoli teorie potrebbero essere inventate per spiegare la gravitazione se la nostra mente non fosse già pregiudizialmente convinta dalle precedenti teorie di Newton, questo l’atavico limite della nostra ragione, poiché essa parte dall’ignoranza, dal non sapere, e ha a che fare con infinite possibilità: le spiegazioni possibili di ogni fenomeno – finché non sappiamo permanete cosa sta dietro di esso – sono infinite. In definitiva noi conosciamo veramente soltanto ciò che osserviamo e anche questo è soggetto ad un dubbio angosciante, per esempio se il verde sia davvero verde e il bianco davvero bianco, per quanto sembri che il colore non sia colore, ma qualcos’altro che crea la sua apparenza. Oltre il fatto osservabile dobbiamo contentarci di una logica ragionevolmente soddisfacente, probabilità dominante e certezza morale. Almeno finché non abbiamo il buon senso di osservare che ci sono in    noi facoltà più alte della ragione dipendente dai sensi e che aspettano uno sviluppo per mezzo del quale possiamo arrivare a certezze più grandi.
Per quanto riguarda la teoria della rinascita, non possiamo realisticamente  sostenere in contrapposizione allo scettico una tale probabilità dominante o una tale certezza. L’evidenza esterna disponibile è rudimentale. Pitagora fu uno dei più grandi saggi, ma il suo asserire di aver combattuto a Troia col nome di Antenoride e di essere stato ucciso dal figlio più giovane di Atreo è soltanto un’asserzione e il suo riconoscere lo scudo troiano non convincerà nessuno che non sia già realmente convinto; le prove odierne non sono in alcun modo convincenti di quella di Pitagora. In assenza di una prova esteriore, che è la sola definitiva per i nostri intelletti sensitivi governati dalla materia, abbiamo l’argomentazione dei reincarnazionisti, i quali sostengono che la loro teoria spiega tutto meglio di qualunque altra. La pretesa è giusta, ma non dà alcuna certezza. La teoria della rinascita, associata con quella del karma ci dà una semplice, simmetrica, bella spiegazione delle cose; ma anche la teoria delle sfere ci dava una semplice, simmetrica, bella spiegazione dei movimenti celesti. Tuttavia abbiamo adesso un’altra spiegazione, molto più complessa, molto più gotica e incerta nella sua simmetria, un ordine inesplicabile che si evolve da infiniti caotici, che noi accettiamo come la verità delle cose (). E tuttavia, se vogliamo soltanto pensare, ci renderemo conto forse che anche questa non è l’intera verità, c’è dietro molto di più che non abbiamo ancora scoperto. E quindi la semplicità, la simmetria, la bellezza, l’adeguatezza della teoria della reincarnazione non è garanzia della sua certezza.
Se entriamo nei dettagli l’incertezza cresce. La rinascita spiega ad esempio il fenomeno del genio, facoltà innata, e molti altri misteri psicologici. Ma poi arriva la scienza a spiegare tutto tramite l’ereditarietà – sebbene, come quella della reincarnazione, anche questa teoria sia soddisfacente soltanto per coloro che già ci credono. Senza dubbio le pretese della teoria dell’ereditarietà sono state esagerate in maniera assurda: essa è riuscita a spiegare molto, non tutto della nostra composizione fisica, del nostro temperamento, delle nostre peculiarità vitali. Il suo tentativo di spiegare il genio, le facoltà innate e altri fenomeni psicologici di tipo più alto è un pretenzioso fallimento. Questo può essere dovuto al fatto che la scienza non conosce nulla di fondamentale circa la nostra psicologia, non più di quanto gli astronomi primitivi sapessero della costituzione e delle leggi degli astri, i cui movimenti tuttavia essi osservarono con sufficiente precisione. Non credo che neanche quando la scienza conoscerà più e meglio essa sarà in grado di spiegare queste cose tramite l’ereditarietà, ma lo scienziato potrà sostenere di essere soltanto all’inizio della sua ricerca e dire che la generalizzazione che ha dato conto di così tante cose potrebbe dar conto di tutto; e dirà che in ogni caso la sua ipotesi era fondata su prove dimostrabili più di quanto non lo fosse la teoria della reincarnazione.
Tuttavia, la tesi del reincarnazionista è sinora una tesi valida e degna di rispetto, sebbene non definitiva. Ma ce n’è un’altra avanzata con più clamore che mi sembra fare il paio con il ragionamento opposto dell’assenza di memoria, almeno nella forma in cui viene di solito avanzato per convincere le menti poco mature. L’argomento etico, per mezzo del quale si tenta di giustificare le vie di Dio con il mondo o il modo in cui va il mondo. Si pensa che ci debba essere un governo morale del mondo, o almeno una qualche ricompensa nel cosmo per la virtù e una qualche punizione per il peccato. Ma nel nostro incerto e caotico mondo terrestre non sembra esserci una tale sanzione. Vediamo infatti che il buono è oppresso dalle miserie mentre il cattivo prospera e non viene miseramente schiacciato alla fine. Ora questo è intollerabile, è una crudele anomalia che ci induce ad una riflessione sulla giustizia e la saggezza divine ed è quasi la prova che Dio non esiste; dobbiamo porvi rimedio e se Dio non c’è dobbiamo avere delle altre ricompense per la giustizia.
Come sarebbe confortante se potessimo stabilire chi è buono, e persino quanto – non dovrebbe infatti essere il Supremo un ragioniere preciso e affidabile? – giudicandolo in base alla quantità di burro che riesce a mettere nello stomaco, al numero di rupie che può depositare in banca e alla fortuna che lo assiste. E come sarebbe confortante anche se potessimo additare il cattivo smascherato e gridargli: "Tu sei cattivo: se infatti non lo fossi potresti forse, in un mondo governato da Dio, o almeno dal Bene, essere così miserabile, affamato, sfortunato, perseguitato dal dolore, non onorato dagli uomini?  
La tua cattiveria è dimostrata dal fatto che sei povero, la giustizia di Dio si compie". Poiché per fortuna l’intelligenza suprema è più saggia e più nobile dell’infantilismo dell’uomo, questo è semplicemente impossibile. Ma c’è un altro modo! _ possibile che, se l’uomo buono non è abbastanza fortunato, non possiede abbastanza burro e rupie, egli potrebbe in realtà essere un cattivo che sconta le sue pene – ma un cattivo nella sua vita passata che adesso ha preso un nuovo corso; e se invece un uomo cattivo prospera nel mondo è per via del fatto che è stato buono in una vita passata, il savio di allora essendosi adesso convertito al culto del peccato, forse perché aveva sperimentato la vanità temporale della virtù. Tutto viene spiegato, tutto viene giustificato. Noi soffriamo per i peccati commessi in un altro corpo, verremo ricompensati in un altro corpo per le nostre virtù attuali, e così andremo avanti all’infinito. Nessuna meraviglia che i filosofi abbiano trovato tutto questo assurdo e proposto come rimedio il liberarsi sia dalla virtù che dal vizio, vedendo come il bene più grande quello di poter in qualche modo sfuggire ad un mondo così assurdo.
Ovviamente questo schema delle cose è soltanto una variazione della vecchia concezione della minaccia e promessa spirituale e materiale, la promessa di un paradiso di gioia per i buoni e la minaccia di un inferno di fuoco eterno e di torture per i cattivi. L’idea della Legge che regola il mondo come dispensatrice di ricompense e punizioni va insieme all’idea dell’essere supremo come giudice, "padre" e maestro che sempre ricompensa con caramelle i bravi bambini mentre punisce con la bacchetta quelli cattivi, anche vicino al barbaro e insipiente sistema di punizione, talvolta selvaggio e sempre degradante, riguardo alle offese sociali, su cui è fondata una società umana ancora incapace di trovare e organizzare un sistema più soddisfacente.
L’uomo insiste continuamente sul rendere Dio a sua immagine, invece di cercare di rendere se stesso sempre più ad immagine di Dio, e tutte queste idee sono il riflesso del bambino, del selvaggio, dell’animale che è in noi, che ancora non siamo riusciti a trasformare o a sviluppare.
Dovremmo meravigliarci di come queste fantasie infantili siano state riprese da gruppi di spiritualidad filosoficamente profonde come il Buddismo e l’Induismo, se non fosse chiaro che gli uomini non si negheranno il vezzo di trasportare i detriti del loro passato sin nei più profondi pensieri dei loro saggi.
Non c’è dubbio che, dato il rilievo di queste idee, esse debbano aver avuto la loro utilità nell’educazione dell’umanità. Forse è vero che il Supremo tratta l’anima bambina adattandosi al suo infantilismo e le permette di mantenere le sue immagini corporee di paradiso e inferno per qualche tempo, anche dopo la morte del copro fisico.
Forse anche queste idee di dopo–morte e rinascita come occasioni di punizione e ricompensa erano necessarie perché si adattavano alla nostra animalità semi–mentalizzata. Ma a un certo punto il sistema cessa di essere efficace: gli uomini credono nel paradiso e nell’inferno, ma vanno avanti peccando allegramente, affrancati alla fine dall’indulgenza ..... o
dall’assoluzione finale........, o dal pentimento sul letto di disincarnazione on da un bagno nel Gange, o da una disincarnazione santa a Benares: sono questi gli accorgimenti infantili per mezzo dei quali sfuggiamo al nostro infantilismo.
Alla fine la mente cresce e mette da parte con disprezzo l’intero armamentario da asilo infantile. La teoria della rinascita come ricompensa e punizione, in termini un po’ più elevati e meno crudamente sensazionali, risulta inefficace. Ed è bene che sia così, poiché è intollerabile che l’uomo con la sua capacità divina continui ad essere virtuoso ai fini di una ricompensa ed eviti il peccato soltanto per paura, _ preferibile un forte peccatore ad un virtuoso codardo ed egoista, o a un meschino patteggiatore con Dio, c’è più divinità in lui, più capacità di elevazione.
In verità, ha detto bene la Ghita:
"Anime povere e misere sono quelle che pensano ed agiscono solo in base a
quello che ne ricavano". Ed è inconcepibile pretendere di fondare il sistema di  questo mondo vasto e maestoso su queste motivazioni così grette e meschine.
C’è una motivo di verità in queste teorie? _ solo la ragione del bambino infantile. C’è un’etica, ma è soltanto l’etica del fango. Il vero fondamento della teoria della rinascita è l’evoluzione dell’anima, o piuttosto il suo riaffiorare dal velo della materia e il suo graduale ritrovarsi.
Il Buddismo conteneva questa verità nella sua teoria del Karma e dell’emersione dal karma, ma non è riuscito a farla emergere l’Induismo; la conosceva anticamente, ma ha sbagliato nel formularla. Ora noi siamo nuovamente in grado di riformulare l’antica verità in un nuovo linguaggio e questo già viene fatto da alcune scuole di pensiero, sebbene le antiche incrostazioni tendano ancora ad attaccarsi ad una saggezza più profonda. E se questo graduale riemergere è vero, allora la teoria della rinascita è una necessità intellettuale, un corollario logicamente inevitabile.
Ma qual è lo scopo di questa evoluzione ? Non la virtù convenzionale o interessata ed il preciso conteggio del bene, nella speranza di una ricompensa materiale proporzionata, ma la crescita continua verso una conoscenza, amore e purezza divine. Queste cose soltanto sono la virtù reale e questa virtù è la sua stessa ricompensa. L’unica vera ricompensa degli atti di amore è crescere nella capacità e nella delizia dell’amore fino all’estasi dell’abbraccio universale dello spirito e della passione universale; l’unica ricompensa delle opere di giusta Conoscenza è il crescere all’infinito nella Luce infinita, l’unica ricompensa delle opere di giusto Potere è essere sempre più il depositario della Forza divina, quella delle opere pure è di essere sempre più liberi dall’egoismo in una immacolata vastità, nella quale tutte le cose si                                                                                                                                      trasformano e si riconciliano nell’eguaglianza divina.
Ricercare altra ricompensa significa restare legati ad una ignoranza sciocca e infantile e persino il considerare queste cose come una ricompensa è segno di immaturità e di imperfezione.
E che cosa dire di sofferenza e felicità, sfortuna e prosperità ? Esse sono esperienze dell’anima nel suo addestramento, aiuti, strumenti, mezzi, discipline, prove – la prosperità è spesso una prova più difficile della sofferenza. In realtà l’avversità, la sofferenza possono essere considerate più una ricompensa della virtù che non una punizione del peccato, poiché sono il più grande aiuto e purificazione dell’anima che cerca di dispiegarsi.
Considerarle semplicemente come il severo premio di un giudice, l’ira di un regnante irritato o persino il risultato meccanico del male significa farsi l’opinione più superficiale possibile dei procedimenti di Dio con l’anima e della legge che regola l’evoluzione del mondo. E cosa dire della prosperità mondana, della ricchezza, della progenie, del godimento esteriore di arte, bellezza e potere ? Buoni se possono essere acquisiti senza perdita per l’anima e goduti soltanto come il fluire della Grazia e della Gioia divina sulla nostra esistenza materiale. Ma cerchiamoli dapprima per gli altri o piuttosto per tutti e per noi stessi solo come parte della condizione universale o come mezzo di avvicinamento alla perfezione.
L’anima non ha bisogno delle prove della rinascita più di quanto abbia bisogno di quelle dell’immortalità. Perché viene un tempo in cui essa è coscientemente immortale, consapevole di sé nella sua essenza eterna e immutabile. Una volta che questa realizzazione si è compiuta, tutte le diatribe intellettuali pro o contro l’immortalità dell’anima cadono come un vano clamore di ignoranza attorno a verità che sono evidenti e sempre presenti [Tato na vicikitsate = egli più non discute]. Il vero, dinamico credere nell’immortalità si ha quando essa diventa per noi non un dogma intellettuale ma un fatto evidente come il fatto fisico del nostro respiro, senza nessun bisogno di essere dimostrato. Così anche c’è un momento in cui l’anima diventa consapevole di se stessa nel suo movimento eterno e mutevole, allora essa è consapevole delle età passate che costituiscono lo sviluppo attuale del suo movimento, e vede come questo sia stato preparato in un passato ininterrotto; ricorda qualcosa dei passati stati dell’anima, degli ambienti, delle particolari forme di attività che hanno formato il suo modo di essere attuale e sa verso dove si dirige tramite uno sviluppo in un futuro ininterrotto. Questo è il vero dinamico credere nella rinascita e anche qui cessa il gioco delle domande intellettuali; la visione e la memoria dell’anima sono tutto.
Certamente rimane la domanda riguardante il meccanismo di sviluppo e le leggi della rinascita, nelle quali l’intelletto, le sue ricerche e le sue generalizzazioni possono ancora giocare un ruolo. Qui quanto più si pensa e si esperimenta, tanto più l’ordinaria, semplice, nuda idea della reincarnazione sembra di dubbia validità. C’è di sicuro una complessità maggiore, una legge che segue un andamento più difficile, una più complessa armonia delle possibilità dell’Infinito. Ma questa è una domanda che richiede considerazioni più lunghe ed ampie, poiché "c’è una legge sottile in esso": Anur hyesha dharmah.
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La reincarnazione dello Spirito

Il pensiero umano, per la maggior parte degli uomini, non è altro che una rozza e cruda accettazione acritica di idee. La nostra mente è una sentinella sonnolenta e poco attenta che permette il passaggio a qualunque cosa sembri formulata decentemente o che abbia un’apparenza plausibile o che borbotti qualcosa che abbia un’apparenza di familiarità. Ed è specialmente così nelle questioni sottili che si allontanano dai fatti concreti della nostra vita e del nostro ambiente fisico. Persino uomini che ragionano con attenzione e acutamente di cose ordinarie e che considerano la vigilanza rispetto agli errori come un dovere pratico o intellettuale, si accontentano di sciocchezze inconsistenti quando si ritrovano su un terreno più alto e più difficile.
Laddove la precisione ed il pensiero sottile sono più necessari, proprio lì essi sono più impazienti e non si dedicano al faticoso lavoro richiesto. Gli uomini riescono a padroneggiare un pensiero sottile a proposito di cose palpabili, ma pensare in modo sottile di cose sottili è uno sforzo troppo grande per il nostro rozzo intelletto; così ci accontentiamo di un superficiale colpo di pennello, proprio come il pittore che scaglia il suo pennello contro la tela perché non riesce ad ottenere l’effetto desiderato.
Scambiamo lo scarabocchio che ne risulta per la forma perfetta di una verità. Non sorprende quindi che gli uomini si accontentino di pensare rozzamente a proposito di una questione come la rinascita. Quelli che l’accettano la prendono così come gli viene proposta, come una teoria nuda e cruda o un dogma. L’anima rinasce in un nuovo corpo – questa asserzione vaga e quasi priva di significato è per loro sufficiente. Ma che cos’è l’anima ? E che cosa significa rinascita di un’anima? Bene, significa reincarnazione; l’anima, qualunque cosa essa sia, è venuta fuori da una struttura corporea e rientra in un’altra. Sembra semplice – lasciateci dire. Come il Djinn del racconto arabo che viene fuori dalla lampada e poi ci rientra o forse come il cuscino viene fuori da una fodera e infilato in un’altra. Oppure l’anima si forma da se stessa un corpo già nel grembo della madre e poi lo occupa; o ancora si spoglia da un abito di carne e ne indossa un altro. Ma che cos’è questa cosa che "lascia" un corpo ed "entra" in un altro? _ un altro, un corpo psichico e una forma sottile che entra in una forma corporea grossolana, forse il Purusha dell’immagine antica, non più grande di un pollice, oppure è qualcosa senza forma in sé, impalpabile, che si incarna nel senso di diventare o prendere una forma palpabile di carne ed ossa percepibile ai sensi ?
Nella concezione ordinaria comune non si parla di nascita dell’anima, ma soltanto di nascita di un nuovo corpo occupato da una vecchia personalità, che non è cambiata dal momento in cui ha lasciato la sua forma fisica ora disaggregata. _ John Robinson che è venuto fuori da quella forma corporea che una volta occupava, è John Robinson che domani o fra alcuni secoli si reincarnerà in un altro corpo e riprenderà il ciclo delle sue esperienze terrene sotto altro nome e in un altro luogo Achille rinasce come Alessandro figlio di Filippo il Macedone, vincitore non di Ettore ma di Dario, in un ambito più  vasto con destini più grandi, ma è sempre Achille, la stessa personalità che è rinata, solo che sono diverse le circostanze fisiche. _ questo sopravvivere della stessa personalità che attrae oggi la mente europea nella teoria della reincarnazione. Poiché è difficile per chi è innamorato della vita accettare l’idea dell’estinzione o dissoluzione della personalità, di questo composto fisico, nervoso e mentale che chiamiamo me stesso.
Ed è la promessa della sua sopravvivenza e della sua ricomparsa fisica ciò che maggiormente attrae.
L’ostacolo che si frappone all’accettazione di questo è l’ovvia non sopravvivenza del ricordo. La memoria è l’uomo, dice la psicologia moderna, e a cosa serve che la mia personalità sopravviva se non ricordo il mio passato, se non sono consapevole di essere la stessa persona ancora e sempre ? Qual è il senso ? Dove sta la felicità ? Gli antichi pensatori indiani – non sto parlando della credenza popolare piuttosto rozza e non rifletteva affatto su questo – ma gli antichi pensatori buddisti e vedantici consideravano la cosa da un punto di vista molto differente.
Essi non erano attaccati alla sopravvivenza della personalità, non davano a questa sopravvivenza l’alto nome di immortalità; capivano che essendo la personalità ciò che è, un composto che cambia di continuo, la sopravvivenza di una personalità identica era un non senso, una contraddizione in termini.
Essi percepivano invero che c’è una continuità e cercarono di scoprire che cosa determini questa continuità e se il senso di identità che ne fa parte sia un’illusione o la rappresentazione di un fatto, di una verità reale; e se è così, quale fosse questa verità. I Buddisti negarono ogni identità reale. Non c’è – essi dissero – nessun sé, nessuna persona, ma semplicemente un continuo fluire di energia in azione che è come il fluire continuo di un fiume o il continuo bruciare di una fiamma. _ questa continuità che crea nella mente un falso senso di identità. Io non sono adesso la stessa persona che ero un anno fa, e neanche la stessa persona che ero un momento fa, non più di quanto l’acqua che scorre laggiù sia la stessa acqua che scorreva pochi secondi fa; è il persistere del flusso nello stesso canale che preserva la falsa apparenza di identità. Ovviamente quindi non c’è nessuna anima che si reincarni, ma soltanto un karma che persiste fluendo continuamente in un canale apparentemente ininterrotto. _ il Karma che si reincarna; il karma crea la forma di una mente che cambia costantemente e i corpi fisici, che sono, possiamo presumere, il risultato di quel cangiante composto di idee e sensazioni che chiamiamo me stesso. L’identico "Io" non c’è, non c’è mai stato né mai ci sarà. Praticamente, fino a quando persiste l’errore della personalità, questo non fa molta differenza e io posso dire, nel linguaggio dell’ignoranza, che sono rinato in un nuovo corpo; praticamente devo procedere sulla base di quell’errore. Ma c’è un punto importante che si è compreso: che è tutto un errore e un errore che può cessare; il composto si può disaggregare per sempre senza riformarsi di nuovo, la fiamma può spegnersi, il canale che si denominava fiume può essere distrutto. Allora c’è il non–essere, c’è la cessazione, la liberazione dell’errore da se stesso.
Il Vedantino arriva ad una conclusione diversa: egli ammette un’identità, un sé, una persistente realtà immutabile – ma che è diversa dalla mia personalità, diversa dal composto che chiamo me stesso. Nella Katha Upanishad il problema è posto in modo molto istruttivo, quasi opposto all’argomento che stiamo trattando. Nachiketas, mandato da suo padre nel mondo della Morte, così chiede a Yama, il Signore di quel mondo: Dell’uomo che è andato avanti, che è trapassato, alcuni dicono che egli è, altri che "egli non è"; chi ha ragione? qual è la verità del grande passaggio? Questa è la forma della domanda e a prima vista sembra che sollevi semplicemente il problema dell’immortalità nel senso europeo della parola, il sopravvivere dell’identica personalità. Ma questo non è quello che Nachiketas chiede. Egli ha già preso, come il secondo dei tre doni che gli sono stati offerti da Yama, la conoscenza della Fiamma sacra per mezzo della quale l’uomo vince la fame e la sete, si lascia dietro il dolore e la paura e dimora nel paradiso eternamente felice.
L’immortalità in quel senso egli la ritiene già garantita, poiché già sta in quel mondo ulteriore. La conoscenza che egli chiede comporta il problema più profondo, più sottile, del quale Yama afferma che persino gli dei ne discutono da molto, e che non è facile da conoscere, perché la sua legge è sottile; sopravvive qualcosa che sembra essere la stessa persona, che discende nell’inferno, che sale al cielo, che ritorna sulla terra in un nuovo corpo, ma è davvero la stessa persona che sopravvive in questo modo ? Possiamo dire davvero dell’uomo "Egli è ancora", o dobbiamo piuttosto dire "Egli non è più" ? Anche Yama nelle sue risposte non parla della sopravvivenza alla morte, e concede soltanto uno o due versi alla nuda descrizione della costante rinascita che tutti i pensatori seri ammettevano come una verità universalmente riconosciuta.
Ciò di cui parla è il Sé, l’Uomo reale, il Signore di tutte queste apparenze cangianti; senza la conoscenza di quel Sé la sopravvivenza della personalità  non è una vita immortale ma un costante passare dalla morte alla morte; soltanto colui che va oltre la personalità sino alla vera Persona diventa immortale. Fino ad allora sembra che l’uomo nasca di nuovo e ancora per mezzo della forza della sua conoscenza e delle opere, il nome succede al nome, la forma alla forma, ma non c’è immortalità.
Questa dunque è la domanda posta, alla quale Buddisti e Vedantini rispondono in modo così differente. C’è un costante riformarsi di personalità in nuovi corpi, ma questa personalità è una creazione mutevole di una forza al lavoro che si spinge in avanti nel tempo e non è mai, neppure per un momento, la stessa; e il senso dell’ego, che fa sì che noi ci attacchiamo alla vita del corpo, e crediamo facilmente che questa sia la stessa idea e forma, che questo John Robinson, rinato come Sidi Hossain, è una creazione della mente.
Achille non è rinato come Alessandro, ma il flusso di forza nelle sue opere che ha creato la costante mutevolezza del corpo e della mente di Achille ha continuato a fluire e ha creato la costante mutevolezza del corpo e della mente di Alessandro. Tuttavia, dice l’antico Vedanta, c’è qualcosa al di là di questa forza in azione, il Maestro di essa, uno che fa sì che essa crei per lui nuovi nomi e forme: questo è il Sé, il Purusha, l’Uomo, la Vera Persona. Il  senso dell’ego è soltanto la sua immagine distorta riflessa nel fluire continuo della mente corporea.
Allora è il Sé che si incarna e si reincarna ? Ma il Sé è imperituro, immutabile, non nasce e non muore. Il Sé non è nato e non esiste nel corpo; piuttosto è il corpo che è nato ed esiste nel Sé. Perché il Sé è uno dappertutto – in tutti i corpi, noi diciamo, ma in realtà non è confinato e parcellizzato in corpi diversi, tranne che, come l’etere che tutto costituisce, sembra prendere forma in oggetti diversi e in un certo senso in essi si ritrova. Piuttosto, tutti questi corpi sono nel Sé, ma anche questo è una immaginazione della concezione spaziale, e in definitiva questi copri sono soltanto simboli e figure di se stesso, creati da esso nella sua propria Coscienza. Persino ciò che noi chiamiamo l’anima individuale è più grande del suo corpo e non meno, più sottile di esso e di conseguenza non limitata dalla sua grossolanità. Al momento della disincarnazione non abbandona la sua forma, ma se ne spoglia, così che una grande Anima che fa la sua dipartita può dire di questa disincarnazione, con una frase vigorosa, "ho sputato via il corpo". Che cosa è dunque ciò che percepiamo come l’abitante della struttura fisica ? Che cosa è ciò che l’anima si porta via dal corpo quando getta via questo involucro fisico che avvolgeva non essa, ma una parte dei suoi componenti? Che cos’è quello la cui dipartita produce questo strappo violento, questa lotta veloce e il dolore della partenza, creando questo senso di violento divorzio ? La risposta non ci aiuta molto. _L’involucro sottile o psichico che è legato al fisico dalle corde del cuore, dalle corde della energia di vita, dall’energia nervosa che è stata intessuta in ogni fibra fisica. _ Questo che il Signore del corpo si porta via e lo strappo violento o il rapido o lento allentarsi delle corde della vita, la fuoruscita della forza di connessione, è questo che costituisce il dolore della disincarnazione e la sua difficoltà.
Cambiamo dunque la forma della domanda e chiediamoci piuttosto cos’è che riflette e accetta la personalità mutevole, poiché il Sé è immutabile ? Noi abbiamo infatti un Sé immutabile, una Persona reale, Signore di questa personalità che cambia sempre, che, di nuovo, prende corpi che cambiano sempre; ma il Sé reale si conosce sempre al di sopra del mutamento, lo osserva e ne gioisce, ma non è coinvolto in esso. Per mezzo di che cosa esso gode dei cambiamenti e li avverte come suoi, anche se sa di non esserne toccato? La mente e il senso dell’ego sono soltanto strumenti inferiori, deve esserci quindi una qualche più essenziale forma di se stesso che l’Uomo Reale mette avanti, mette di fronte a sé, per così dire, e dietro ai cambiamenti, per sostenerli e rispecchiarli senza essere in realtà cambiato da essi. Questa forma più essenziale è, o sembra essere nell’uomo, l’essere mentale o la persona mentale di cui parlano le Upanishad come del leader mentale della vita e del corpo (manomayah prana–sharira–neta). _ questo che sostiene il senso dell’ego come una funzione nella mente e ci permette di avere la ferma percezione di una identità continua nel Tempo come opposta all’identità senza tempo del Sé.
La personalità che cambia non è questa persona mentale, è un insieme di materiali diversi della Natura, una formazione di Prakrti, e non è per niente il Purusha. Ed è un composto molto complesso, con molti strati: c’è uno strato fisico, uno strato nervoso, uno strato mentale, persino uno strato finale di personalità sopra–mentale; e all’interno di questi stessi strati ci sono strati dentro ognuno di essi. L’analisi degli strati successivi della terra è una faccenda semplice. Se paragonata all’analisi di questa creazione meravigliosa che chiamiamo la personalità. L’essere mentale, nel riprendere la vita corporea, forma una nuova personalità per la sua nuova esistenza terrestre; prende dalla materia comune materiale inorganico e organico, materiale mentale del mondo fisico e durante la vita terrestre assorbe costantemente materiale fresco, getta via ciò che è usato, cambiando i suoi tessuti fisici, nervosi e mentali.
Ma tutto questo è lavorio di superficie; dietro di esso c’è il retroterra dell’esperienza passata, che viene tenuto dietro la memoria fisica, affinché la consapevolezza superficiale non sia turbata e non ci siano interferenze con il fardello consapevole del passato, ma ci si possa concentrare sul lavoro attuale. Tuttavia questo retroterra di passata esperienza è il nocciolo della personalità e più di questo. _ Il nostro vero tesoro, al quale possiamo far ricorso anche a prescindere dal nostro superficiale rapporto con ciò che ci circonda. Questo rapporto si aggiunge alle nostre conquiste, modifica il retroterra in vista di un’esperienza successiva.
Inoltre tutto questo è di nuovo superficie, è soltanto una piccola parte di noi stessi che vive e agisce nelle energie della nostra esistenza terrena. Come dietro l’universo fisico ci sono dei mondi dei quali il nostro è soltanto un risultato ultimo, così anche dentro di noi ci sono mondi della nostra autoesistenza che proietta questa forma esterna del nostro essere. Il subcosciente, il sovracosciente sono oceani dai quali e verso i quali scorre questo fiume. Di conseguenza parlare di noi stessi come di un’anima che si reincarna è dare un’apparenza troppo semplice al prodigio della nostra esistenza; è un tradurre in una formula troppo grossolana la magia del Mago supremo. Non c’è una definita entità psichica che prenda un involucro di carne, c’è una metempsicosi, un riprendere l’anima, un rinascere di una nuova personalità psichica così come c’è la nascita di un nuovo corpo. E dietro di questo c’è la Persona, l’entità che non cambia, il Signore che manipola questo materiale complesso, l’Artefice di questo meraviglioso artificio.
Questo è il punto di partenza dal quale dobbiamo procedere nel considerare il problema della rinascita. Considerarci come questa o quell’altra personalità che prende un muovo involucro di carne è restare impigliati nell’ignoranza, confermare l’errore della mente materiale e dei sensi. Il corpo è un’opportunità, la personalità è una formazione costante del cui sviluppo l’azione e l’esperienza costituiscono gli strumenti, ma il Sé tramite il volere del quale per la delizia del quale tutto questo avviene è diverso dal corpo, diverso dall’azione e dall’esperienza, diverso dalla personalità che essi sviluppano. Ignorarlo è ignorare l’intero segreto del nostro essere.

(Traduzione di M. Furru e G. Elia)

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